Vamos contra Petro – Crónicas de Gardeazábal

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Por: Gustavo Álvarez Gardeazábal

A raíz de las propuestas de Carlos Alonso Lucio, el antiguo compañero de batallas y fusiles del presidente Petro, de constituir una gran movilización cívica nacional para evitar que el actual gobierno logre sus fines siniestros de convertir en milicias no solo los grupos guerrilleros, sino otras agrupaciones armadas de distinta índole volviéndolas unos monstruos al unificarlas con las asambleas populares ,he pensado que Lucio no está equivocado.

Petro amenaza tomarse el estado con tales argamedones (porque ya tiene la Presidencia) y construir la dizque nueva Colombia sobre las ruinas que piensa dejar.

Vale entonces la pena recordar, y por qué no revivir, nuestra experiencia en Cali en 1978, cuando con José Pardo Llada montamos el exitoso Movimiento Cívico.

Fue increíble.

Se logró despertar un clamor ciudadano que puso el primer retén a la robadera que ya se estaba institucionalizando en Cali.

De allá a estos días no solo hay mucho trecho sino muchas diferencias.
Pero indudablemente que si todos los candidatos a concejos y asambleas, alcaldías y gobernaciones perdieran el miedo y se comprometieran a incluir, ya sea en el logo que inscriben ante la Registraduría la frase “Vamos con el Movimiento Cívico Nacional”, estarían generando un fenómeno político sin los moldes de un partido.

Simplemente se mostrarían arropados en la convicción de estar librando todos, desde distintos frentes, la misma batalla.

Pero si temen su independencia y quieren ser más directos pudiendo mover las fuerzas tectónicas que el país conserva para estos casos, todos estos candidatos deberían implementar al menos una campaña publicitaria en redes y en medios, en discursos y escritos exhibiendo la chapa de “Vamos contra Petro” como elemento identificatorio.

El alcance puede ser mayúsculo.

Recogería un sentimiento nacional abrigado en la esperanza, dándonos la herramienta para decirle a Petro que le llegó la hora de parar en su delirio y que el país no puede hundirse en el frenesí con que lo está conduciendo.

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