SOMOS UN PAIS DE SALVAJES

Columnistas
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Por: Federico Senior

La mala educación de nuestra población no se refiere a los muy bajos niveles de conocimiento, o de cultura general, no, ésta, la educación es lo que refiere ante todo al respeto, a ese que debemos tener por el prójimo, por las personas mayores, por los niños, y por supuesto, por los derechos de los demás.

Hoy, al salir de mi casa (vivo sobre una vía de un solo sentido), una señora casi me atropella, ella, haciendo uso de su “derecho absoluto” de hacer lo que le da la gana, estaba transitando en contra vía, en una calle cuyo tráfico es muy denso; aprovechó claro está, el momento en que el semáforo de la esquina se lo permitiera, para sin dudarlo un instante andar los cincuenta metros que la separaban de la esquina.
Le hice el reclamo, me miró con mirada de asesina, era una mujer de unos cincuenta años, con los ojos pintarrajeados de un horroroso color azul, y sin dejar de mirarme, me hizo con sus artríticos dedos la señal de la “pistola”. Si yo hubiera tenido treinta años menos, me le hubiera plantado frente a su carro y, hubiera esperado a que el semáforo cambiara para que se hubiera vuelto un lío el tráfico, pero a mi edad esas peripecias son muy peligrosas; la señora (así en minúsculas), llego a la esquina y de seguro sentía en su pecho, ese ardor del triunfo “hice lo que me dio la gana y me cagué en ese viejo pendejo”. Un sonoro aplauso para ella.

Horas más tarde, llegue a la tienda Naturista, frente a mi oficina, donde compro los alimentos que hoy día puedo comer, es decir cero azúcar, cero gluten, cero lactosa, cero grasa, ahí consigo el pan de Sagú, el queso a base de almendras y los bocadillos endulzados con Stevia, al llegar, había dos ancianas en la caja, se demoraron una eternidad, decidiendo como debía la dependiente dividir la cuenta, tome los quesos que iba a comprar y, espere haciendo acopio de toda la paciencia de la que fui capaz, al fin terminaron su muy compleja transacción; entretanto, había llegado un señor, tomó el artículo que iba a comprar y se colocó detrás de mí, en la fila, como debe ser; en el instante en que yo iba a acceder a la caja, llega otra señora que había entrado de última, con algo en la mano, pretendiendo que la atendieran a ella de primera; “Señora, haga la cola”, “Ay que señor tan antipático”, pagué mi cuenta, ella y a regañadientes se puso de última, al salir yo del almacén, la oí, “que señor tan grosero”, pues me he devuelto, le he dicho hasta del mal del que se iba a morir; es que aunque parezca una nimiedad, el hecho de creer que se tiene el derecho a pisotear a los demás y se actúe en consecuencia, no es solamente para los grandes actos delictivos, asesinatos, atropellos, humillaciones, en fin, claro que no, el respeto a los demás se deja ver desde los actos más sencillos de la vida diaria, de ahí se parte hasta la consideración que se debe tener hacia las personas que piensan de manera diferente a uno, transgredir las mínimas normas de convivencia, reflejan del trasgresor, su muy bajo nivel de educación, su incultura, su carácter dominante, autoritario y agresivo, características éstas, muy comunes en nuestra población.

Este par de señoras, para mí, no difieren en lo más mínimo, de personas como “Tirofijo”, Al Capone, “Garavito”, parece una exageración, pero si nos detenemos un minuto, llegamos a la conclusión de que en verdad tienen el mismo perfil de Psicópatas.

Somos un país de salvajes…..

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