Murió el maestro Fernando Botero, el más grande pintor colombiano de la historia

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La noticia que sacude el mundo del arte y la cultura ha llegado: Fernando Botero, el genio detrás de las icónicas «Gordas» y una de las figuras más prominentes de la pintura colombiana, nos ha dejado a la edad de 91 años, en su hogar en Mónaco, debido a complicaciones de salud. La partida de este coloso artístico marca el final de una era y deja un legado imborrable en la historia del arte.

La fama de Fernando Botero trascendió fronteras, y sus obras, que exploraban el concepto de volumen de una manera única, lo catapultaron al estrellato mundial. Conocido por su estilo distintivo, el «Boterismo», Botero creó un universo artístico en el que las formas exuberantes y la riqueza de los detalles eran protagonistas indiscutibles.

Su contribución al mundo del arte no solo se mide en términos de creatividad y originalidad, sino también en términos financieros. Sus obras alcanzaron cifras astronómicas en el mercado del arte, como la subasta de su escultura «Madre e Hijo» en Christie’s Nueva York, que se estimaba entre US$1,000,000 y US$1,500,000.

Botero, cuyo amor por la tauromaquia lo llevó a trabajar como banderillero en sus años tempranos, tuvo un inicio modesto en la vida. Nacido en una familia de recursos limitados, la lucha por sobrevivir y la escasez eran constantes en su infancia. Sin embargo, esta adversidad no hizo más que encender la chispa de su talento innato.

A los 15 años, mientras aún soñaba con una carrera como torero, comenzó a vender sus dibujos cerca de la Plaza de la Macarena en Medellín. Inspirado por el cartelista mexicano Carlos Ruano Llopis, Botero encontró en el arte su verdadera pasión. El pintor recuerda con humor la transición de torear a pintar, un cambio que marcó su vida.

Su formación artística comenzó como ilustrador en el diario El Colombiano, donde su trabajo como dibujante e incluso sus escritos sobre marxismo no pasaron desapercibidos. En una anécdota curiosa, fue expulsado del colegio por el padre Félix Henao, quien lo tildó de «manzana podrida». Hoy en día, ese mismo centro educativo lleva el nombre de Fernando Botero, un homenaje que Medellín le rinde con orgullo.

La noticia del fallecimiento de Botero ha conmovido no solo a Colombia sino al mundo entero. En 2004, la revista Art Review lo incluyó en su lista de los diez artistas vivos más cotizados del mundo, destacando sus exposiciones en los principales museos y su impacto económico en el mercado del arte, que superaba los 60 millones de dólares en ese momento.

El legado de Fernando Botero perdurará en la historia del arte como el testimonio de un talento inmortal. Su capacidad para encontrar la belleza en las formas voluptuosas y su contribución al mundo del arte universal lo convierten en un ícono que nunca será olvidado.

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