Por: Aldrin García Balvin
En medio de reclamos y protestas de la oposición, el presidente del Senado decidió levantar la sesión en la que se discutía el proyecto de legalización de la cannabis. ¡Y vaya que se desató un fuego cruzado de acusaciones y gritos!
«¡Tramposo!», le gritaban desde la oposición al presidente del Senado, Alex López Maya, por dar por terminada la sesión, argumentando que ya no había quórum. Pero, ¿qué hay detrás de este juego de palabras? ¿Realmente fue una maniobra tramposa o solo un truco político de magia?
La verdad es que este asunto ha encendido los ánimos y las pasiones, como un cigarro que se consume lentamente. La oposición, con su indignación a flor de piel, acusa al presidente del Senado de jugar sucio y de querer silenciar la discusión. Por otro lado, los defensores de la legalización aseguran que simplemente se cumplió con el reglamento y no había más vuelta que dar.
Este choque de opiniones nos deja en un terreno movedizo, donde el humo de la discordia se mezcla con la incertidumbre. ¿Cuál será el futuro de este proyecto de cannabis? ¿Se abrirán las puertas al consumo recreativo o se quedará como un sueño ahogado en el limbo legislativo?
Desde mi perspectiva, no puedo evitar ver esta situación como un reflejo de una realidad más profunda. El debate sobre la legalización de la marihuana ha sido un tema controvertido desde hace años, y las pasiones que despierta parecen ser más intensas que el propio humo que emana de la planta.
Mientras tanto, en el Congreso, los políticos continúan lanzándose acusaciones y jugando sus cartas en esta partida de poder. ¿Quién ganará al final? ¿Será la voz de la mayoría o los intereses de unos pocos los que marquen el rumbo?
En medio de este caos, no podemos perder de vista lo más importante: el bienestar de nuestra sociedad y nuestras futuras generaciones. La legalización de la marihuana es una decisión que debe ser tomada con responsabilidad y pensando en las implicaciones que conlleva. No podemos permitir que el fuego de la discordia y las luchas políticas nos desvíen de ese objetivo.
Así que, mientras los políticos se lanzan improperios y se acusan mutuamente, nosotros, como ciudadanos, debemos mantenernos informados y exigir un debate transparente y fundamentado. No dejemos que los juegos de poder y las trampas políticas nublen nuestra visión.
La discusión sobre la legalización de la marihuana continúa encendida y el Congreso parece ser el escenario de un espectáculo digno de una telenovela. Pero, recordemos que detrás de toda esta polémica hay vidas en juego y decisiones que afectarán el rumbo de nuestro país. No dejemos que el fuego de la confrontación nos consuma, sino que nos enfoquemos en encontrar un equilibrio que proteja a nuestra sociedad y evite que nos quememos en el camino.
