La luz que vence la muerte

Columnistas
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Por: Juan José Hoyos

Hace mucho tiempo que no gozaba tanto leyendo un libro. Leer es una forma de decir, porque esta es una obra singular que puede leerse de muchas maneras: consultándola como una enciclopedia de la historia del cine; estudiándola como un tratado de estética cinematográfica; pasando sus hojas como un álbum de recuerdos, mirando sus fotos; asomándose a cada página como al diario personal de un poeta; recitándola emocionado como un poema, como una carta de amor al cine de más de 800 páginas.
Hablo de las “Páginas de cine”, de Luis Alberto Álvarez (1945- 1996), los tres volúmenes hermosamente editados por la Editorial Universidad de Antioquia que recogen 270 de sus columnas publicadas en su mayoría entre 1976 y 1995 en El Colombiano.
La mayoría de esos textos fueron editados por primera vez por iniciativa de Elkin Restrepo en la colección Celeste de la editorial de la universidad. Los dos primeros volúmenes, de 1988 y 1996, se publicaron en vida de Álvarez y el tercero luego de su muerte, en 1996.
Esta nueva edición trae a los lectores cosas nuevas que merecen resaltarse. Una de ellas es el excelente prólogo del sacerdote claretiano Guillermo Vásquez, compañero y hermano de Luis Alberto durante más de 20 años, en el que hace un entrañable retrato personal del autor y sitúa su obra en el contexto de tiempo y lugar en que fue escrita. Otra son los índices de autores y títulos que facilitan su consulta. La última son las profusas ilustraciones que nos acercan a paisajes y rostros amados: los de películas, actores, actrices y directores de los que se ocupan las crónicas de Luis Alberto.
La nostalgia resuma en muchas de sus páginas: “Sin Truffaut, sin Fellini, sin Tarkovski, sin Fassbinder, con Kurosawa senil y Antonioni mudo y paralítico, el paisaje del cine se ha ido oscureciendo, se ha ido volviendo desapacible e incierto. Todos los días hay más películas y todos los días son menos satisfactorias, más prescindibles, más indignantes” dice Álvarez despidiendo a Federico Fellini. Un bello lamento por la suerte del gran director italiano quien, después de recibir el Oscar honorario por su obra, se gastó los últimos años de su vida tocando puertas inútilmente para financiar una nueva película.
Frente a esta tragedia, Álvarez dice: “Ni a la televisión de Berlusconi ni a los productores de “Mi pobre angelito” les importa un comino que el cine verdadero se hunda definitivamente, ya que así se abre paso finalmente a la vulgaridad, a la intrascendencia a la falta de imaginación que los convierte en los seres más poderosos y aburridos de este siglo”.
Los tres tomos de “Páginas de cine” son un recuento lúcido y erudito de la historia del séptimo arte, una mirada personal y aguda de las obras de sus mejores directores, un largo poema lleno de nostalgia por la agonía del gran cine que muere ahogado en medio de la feria de millones de dólares malgastados en contar historias de robots asesinos, muertos vivientes, dinosaurios y sagas interminables de superhéroes.
Hablando de “El Espejo”, de Andrei Tarkovski, Álvarez dice: “penetrar en estas imágenes es comprender que lo que llaman cine y se nos mete a la fuerza todos los días en las pantallas de lienzo y de cristal son solo balbuceos ridículos, repeticiones de papagayo de fórmulas insípidas, basura visual narcotizante”.
Estoy de acuerdo con Orlando Mora en que este es un libro indispensable, sobre todo hoy que “reina una gran confusión acerca de los valores artísticos del cine y sobre el paradigma de lo que es en estos tiempos una buena película”. Además, suscribo sus palabras: Luis Alberto Álvarez es sin dudas el crítico de cine más lúcido e influyente que hasta hoy ha existido en Colombia.

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