La fauna: al límite por el cambio climático

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Por: Juan David Palacio Cardona

Que en Estados Unidos hayan decidido alimentar a los manatíes con vegetales para evitar su muerte es solo la punta del iceberg de la dramática realidad que amenaza la biodiversidad.

Hace cuatro años el video de un oso polar famélico en el archipiélago Ártico horrorizó al mundo. En esa ocasión, las consecuencias del deshielo -del que hablan los científicos y que es uno de los tantos efectos del aumento de la temperatura de la Tierra- se vieron reflejadas en ese ejemplar que arrastraba sus patas traseras hasta un basurero oxidado para ver si encontraba algo de comer.

Este fin de semana se conoció la decisión de Estados Unidos de alimentar con verduras a los manatíes de la Florida, que están muriendo en las costas por la proliferación de algas que no permiten el crecimiento de las praderas marinas debido a la contaminación que genera la actividad humana. La biodiversidad está al límite: hay un millón de especies amenazadas o en peligro de desaparecer, según las Naciones Unidas.

Algunos rostros visibles de esta tragedia ambiental son los osos pandas, elefantes, rinocerontes y ballenas, entre otros. Sin embargo, la vegetación también está sufriendo una devastación dramática: el 60 por ciento de los arrecifes del mundo están en peligro por la pesca, el calentamiento global y la acidificación del agua. Los bosques son cada vez más deforestados para la producción de alimentos; en 2014, el reporte global del Convenio de Diversidad Biológica estimó que el 70 por ciento de la pérdida de biodiversidad terrestre se debía a la agricultura. Muchos creen que cultivar es sinónimo de equilibrio ambiental, sin embargo, el sector agrario es el responsable del 23 por ciento de las emisiones globales de Gases de Efecto Invernadero.

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Asimismo, la salud de las personas puede verse comprometida, entre otras razones, porque su fuente alimentaria estaría en riesgo por la disminución de bosques y las enfermedades transmitidas de animales a humanos –como la gripe aviar o el virus del Ébola- pueden aumentar.

La degradación del medioambiente es una bomba de tiempo a punto de explotar y sus efectos están frente a nuestros ojos. ¿Qué más pruebas necesitamos para actuar y mitigar los efectos del cambio climático? Si ya somos parte del problema, nuestra obligación es ser parte de la solución, desde todos los sectores de la sociedad.

De una parte, desde la administración pública se debe establecer una normatividad rigurosa en la que el desarrollo y la competitividad del territorio vayan en armonía con el uso responsable de los recursos naturales. Identificar zonas de mayor diversidad biológica y garantizar su protección, rehabilitar ecosistemas degradados y aumentar las áreas protegidas hacen parte de las estrategias adicionales que los gobiernos pueden ejecutar.

En cuanto a las industrias y el sector de la agricultura, se les debe exigir que sus procesos de producción sean sostenibles, en donde el uso de la energía sea eficiente, se implementen energías renovables, se disminuya la deforestación, el uso de pesticidas y haya un manejo adecuado de las fuentes hídricas.

Somos 7.700 millones de personas en el mundo y si queremos seguir escuchando buenas noticias de elefantes, tigres, antílopes, renos, osos pandas, osos polares y rinocerontes –en vez de ver titulares sobre su extinción- solo basta con hacer cambios conscientes en nuestros comportamientos diarios -como ahorrar energía, agua, reciclar y consumir responsablemente.

¿Cuándo tomaremos la decisión de terminar esta guerra contra la biodiversidad? Los humanos solo somos una mínima parte de la naturaleza y nuestra existencia depende de cada uno de los seres que hacen parte de ella, ¿por qué la tratamos como si fuera el enemigo, cuando todos debemos ser parte de ese equilibrio?

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