La Barca de Calderón – Sin Dios ni ley

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Por William Calderón Z.

Indígenas con patente de corso

La población indígena de Colombia corresponde al 3.4% de la total del país. Son 1.905.617 personas que pertenecen a 115 pueblos originarios distintos, asentados en 717 resguardos. Poseedores de 34 millones de hectáreas de tierra, son los mayores terratenientes del país. Reciben del Sistema General de Participaciones, billones de pesos para invertir en los resguardos afincados en 29 departamentos del país. Tienen su propia guardia y por vía de la costumbre y de la violencia, no dejan que la fuerza pública del Estado patrulle por sus territorios. Asimismo se autogobiernan con una jurisdicción de justicia especial.

No obstante poseer dos curules permanentes en el Senado de la República, han instrumentalizado la fuerza y la destrucción para discutir sus anhelos. La táctica es la misma: desplazamiento en buses, como el que hicieron a la ciudad de Cali en el mal llamado ‘estallido social’ para ubicarse a las entradas de la ciudad permitiendo o negando a su antojo la libre circulación de los vallecaucanos. En Bogotá no es ajena la llegada de este colectivo, que unas veces se asienta y por meses en el Parque Nacional. La última incursión en la capital fue en la Plaza de Bolívar, intentando tomarse el Capitolio Nacional para ser oídos los pertenecientes a Asoinca, que no quieren que los dineros de la salud sean manejados por Fecode sino por ellos mismos, dentro del régimen especial para los maestros. Como en la Sultana del Valle, los indígenas reclutaron a pandilleros con cuchillo en mano a quienes les pagaban por el día entre $40.000 y $ 100.000 y una dotación efectiva de avituallamiento para el mantenimiento día y noche en las puertas del templo de la democracia en la patria. La última muestra de su poder destructivo fue la toma del edificio de la Alpujarra en Medellín, en donde irrumpieron 800 personas, exponiendo como escudo de seguridad a 100 niños venidos como los mayores, de Andagoya, Chocó.

Y qué decir de los cortes permanentes de la carretera Panamericana en el departamento del Cauca y los ataques persistentes contra los afrodescendientes que laboran para los ingenios azucareros del norte de ese departamento.

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Aquí lo que hay es un efecto sucesivo de réplica productiva, pues la autoridad no actúa para implantar la ley y el orden, lo cual impulsa a los líderes de las etnias con los millones que reciben a actuar ‘a la brava’ contra el estado benefactor. Es como si los indígenas tuvieran patente de corso para hacer lo que se les viene en gana.

El Pacto Histórico es una entelequia pegada con babas y el Caudillo “agarra bobos”.

Todo termina en una mesa que les concede más y más privilegios de los que hoy ostentan.

Las elecciones de octubre

Cada proceso electoral es muy distinto al anterior, pues la voluntad del elector es voluble, cambiante, mutante, máxime que ahora se funciona a través de la emoción, según como se hallen los electores en los días previos a las elecciones. Quienes proyectan la votación de Gustavo Petro en las elecciones anteriores con lo que puede pasar el 27 de octubre de 2023, están fuera de lugar, se pifian.

Lo ocurrido en junio del año pasado fue una coyuntura que no se va a volver a presentar. El Pacto Histórico es una entelequia, pegada con babas en la que concurrieron, en jugada maestra de Roy Barreras y Armando Benedetti, siete partidos de izquierda bajo el paraguas del caudillo ‘agarra bobos’ como diría Fernando Savater. Ninguno de esos partidos, comenzando por la Fuerza para la Paz de Roy Barreras, va a renunciar a su personería jurídica cuando han recibido para su mantenimiento administrativo y por reposición de votos, cifras millonarias que se acercan a los 30.000 millones de pesos, incluyendo los Comunes de las FARC, a quienes se les han entregado 28.498 millones, no obstante que solamente representan el 0.2% de la masa electoral. Ni el Polo Democrático, ni el Partido Comunista y la UP, ni la Colombia Humana, ni MAIS, etc., dejarán pasar con sus directivas esta millonada de la que viven los aparatos administrativos e ideológicos de dichas colectividades.

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Una cosa es una cosa y otra muy distinta ¡? ¡? ¡?

El Pacto Histórico y sus 7 enanos, con todas sus denominaciones, le ganó únicamente por 300.000 votos al Partido Conservador Colombiano en las elecciones legislativas y no es imbatible porque, muy seguramente, actuarán a su antojo los distintos grupos que lo componen.

Benedetti quiere imponer en Cartagena a Adelina Covo, pero los demás se oponen a esa determinación. Roy está en condiciones de avalar a Dilian Francisca Toro Torres en el Valle, a Dumek Turbay en Cartagena, Jorge Rey en Cundinamarca y a Rodrigo Villalba Bustillo en el Huila, sin contar con los demás miembros de su coalición partidista. En el Valle del Cauca, donde Alexander López y el Polo Democrático constituyen la mayoría de la izquierda, peleará hasta el final la curul que hoy ostentan en el Concejo Municipal de Cali, la alcaldía de Buenaventura, sin darle juego a Wilson Never Arias Castillo, ni a los seguidores de Tejada y tampoco a Alejandro Ocampo. La Colombia Humana es el verdadero partido de Petro que tendrá mucha incidencia en la escogencia del candidato a la alcaldía de Bogotá y de pronto a la de Medellín, con su aliado Daniel Quintero Calle.

Señores, una cosa es con guitarra y otra cosa es con violín.

La reforma a la salud

Los ministros José Antonio Ocampo, Alejandro Gaviria, Cecilia López Montaño y el Director de Planeación Nacional, en un documento que publican varios medios escritos del país, se muestran en 18 páginas totalmente contrarios a la reforma a la salud, que a toda costa quieren imponerle al Congreso y al pueblo colombiano Gustavo Petro y la arrogante e ideologizada Carolina Corcho. Advierten que esa iniciativa vale más de 90 billones de pesos y que la estabilidad del nuevo sistema no está asegurada. Un salto al vacío con una carencia de rigor técnico y porque al decir de los ministros serios de esta administración, la iniciativa ha de tramitarse como una ley estatutaria y no como una ley ordinaria.

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A esto se suma que el Partido Conservador no va a votar el texto de la reforma tal como ha sido presentada y no avalará, la terminación de las EPS como fueron concebidas en la ley 100 y en sus desarrollos, según asevera Efraín Cepeda.

Queda claro que esta reforma regresiva, copiada de unos anacrónicos sistemas como los de Cuba y Venezuela y de aquellos que hoy en Europa están en paro, como lo son el de España e Inglaterra, no puede imponerse a la brava, con una sucesión de mentiras como las que acompañan al señor Pedro Santana, vocero de la reforma en su currículo; las de Carolina Corcho respecto de las deudas de las EPS y el trino del Presidente Petro, presentando un hospital de Venezuela como si fuera en Antioquia.

Los pedigüeños del falso mesías

El Partido Conservador

Esta semana es definitiva para la senda del Partido Conservador hacia las elecciones de octubre y la aprobación o no de las reformas retardatarias de Petro, de las cuales se jacta y que no son otra cosa que un cambio hacia la pobreza y el manejo del estado, de bienes y servicios, a fin de volvernos a todos unos pedigüeños del falso mesías.

Efraín Cepeda, el Fincho, que ha sido pastranista, uribista, santista, duquista y ahora petrista, tiene la oportunidad para hacer por fin conservatismo apegado a la pura doctrina, cumpliendo con lo expresado en el periódico El Tiempo el domingo.

Merecido reconocimiento

Recibimos con complacencia el Premio Nacional de Periodismo que le fuera otorgado a Raúl Tamayo Gaviria, quien por muchos años mantuvo los días sábados en El Colombiano de Medellín, su muy leída columna. Trátase de un analista profundo de los sucesos de Medellín, Antioquia y Colombia, vertidos en el decano de la prensa antioqueña, con estilo azoriniano, empleando el español con elegancia, precisión y contundencia; enhorabuena.

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