EL METRO DE BOGOTA

Columnistas
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Por: Federico Senior

La historia ya todos la sabemos, en resumen, estamos retrasados setenta años, así de sencillo.

Cuando se tuvieron las verdaderas oportunidades de construir la obra, cuando nos ofrecieron hacerlo a cambio de una concesión, sino estoy mal tal propuesta nos fue hecha en dos ocasiones, los mandatarios de la época no las aceptaron, si lo hubieran hecho, hoy, ya habría transcurrido el tiempo de concesión y ya el Sistema pertenecería al Distrito, sin haber gastado un solo centavo de los recursos de la nación y dándole todos los beneficios sociales y económicos a la Ciudad; qué podemos hacer, esa es la miope visión, la cual es común denominador entre nuestros políticos.

Hoy el tema lo pone sobre la mesa el Presidente Petro, él, durante su período de Alcalde, contrato los estudios para el diseño del tren subterráneo, hago aquí un paréntesis, “subterráneo” como debe ser, cierro paréntesis, por razones que desconozco, no se logró abrir la licitación para su construcción, pero el hecho fue que los estudios llegaron lejos, estaban hechos, muy probable no se llego a la ingeniería de detalle, pero se había avanzado más del ochenta por ciento en esos diseños.

Para desgracia, de los Bogotanos, de los Colombianos y de los seres vivos en general, salió elegido el Señor Peñalosa para la Alcaldía, paréntesis, lo peor que le ha podido suceder a mi bella Bogotá, cierro paréntesis, él, atendiendo solo a su retorcido ego, a su muy conocido femenino estado de constante capricho, ordeno el archivo de los estudios del subterráneo, en ese momento dicha orden implicó el haber desdeñado algo que le había costado al erario algo así como cien mil millones de pesos, a valor de hoy unos doscientos mil, claro, para el prepotente Enriquito, eso no importaba, más relevante según él, era su concepto, el de un tren elevado, que en verdad es uno de superficie, un sistema que de hecho se utiliza en múltiples ciudades del mundo, en algunas, como el caso de Chicago, porque fue construido a principios del siglo veinte, otros como en París o Londres, se eleva en zonas de periferia, en donde el espacio es amplio, pero, en todos los casos, los trenes urbanos son de preferible manera, subterráneos, no imagino Manhattan con todas sus líneas de “Subway” sobre la tierra, o el centro de Londres, o Madrid, ni se diga de París o Roma, o Moscú, o Ciudad de México, todas bellas ciudades que se convertirían es espantosas urbes, gracias al “Peñalosístico” tren elevado.

Los argumentos que arguye Peñalosa, son poco menos que ridículos, casi que infantiles, de hecho lo escuche hace pocos días decir “no se imaginan ustedes, la expresión de alivio que sienten los pasajeros en ciudades en donde el tren sale del túnel a la tierra, y exhalaba con muy femenina expresión “Ahhh”, por favor, ningún sistema masivo de transporte se diseña para que sea cómodo, para que sea holgado, no, los metros del mundo son incomodos, pero son eficaces, limpios, puntuales y ante todo son rápidos y por el hecho de ser subterráneos no afectan el paisaje urbano.

Éste, el paisaje urbano, es lo más importante, un tren elevado, transcurriendo por entre las calles de la ciudad, son un estorbo, una herida, una afrenta, un atropello a la urbe, a sus gentes en general que tienen que sufrir el feo espectáculo de los bajos del viaducto, como pasa en Medellín, por ejemplo, ni que decir de los vecinos de la vía, que tendrán que soportar el constante ruido, el ajetreo normal de los trenes circulando, para siempre y, no serán pocos los vecinos, al menos en el caso de la Línea 1 de Bogotá, serían los habitantes de todos los veinticuatro kilómetros, a lado y lado, repito, para siempre, todo eso a cambio según el impotable Peñalosa, para que dizque los pasajeros disfruten del paisaje, es el argumento más estúpido del que se haya tenido noticia.

Lo que se necesita en una ciudad como Bogotá, es un sistema masivo que transcurra bajo tierra, el cuento “chimbo” de lo malo de los suelos capitalinos no es mas que eso, pura “paja”, nada más preguntemos como es que son los suelos de Ciudad de México, eso es barro puro, y hoy tienen el segundo sistema de metro mas grande del mundo, ni se diga de Tokyo, cuyo suelo es casi agua.

Ahora, que el costo del subterráneo es más alto, pues bien, no se bajo que parámetros se hacen esos cálculos, pero si se corren números a mediano y largo plazo, de seguro o, valen lo mismo o el subterráneo es menos costoso, ahora, si resultare mas caro, el costo social del tren elevado no puede valorarse, pues implica un serio perjuicio tanto para la Ciudad como para todos sus ciudadanos.

La inquietud del Presidente no obedece a un capricho, no voté por él ni para la Alcaldía ni para la Presidencia, eso no tiene nada que ver, solo que como Arquitecto, Urbanista, sé con absoluta certeza, que una obra de tal magnitud no puede realizarse de tan mediocre manera como lo diseño Peñalosa, que aunque cueste más en dinero y tiempo, la perdurabilidad de la misma, no permite hacer “chambonadas» como la del Transmilenio, obras que después resultan incorregibles.

En cuanto a que sea la Nación la que deba sufragar el sobre costo por el cambio, no le veo el problema, a todos los Colombianos, nos tocó pagar el metro de Medellín, y nadie dijo nada; así que creo que Bogotá que es la Ciudad de todos, se merece que de igual manera, todos apoyemos esta magna obra.

Sin duda una ciudad de casi diez millones de habitantes, con quinientos kilómetros cuadrados, no puede seguir movilizándose en los miserables buses y menos aún, sobre un viaducto que heriría de muerte a nuestra querida Bogotá.

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