¿Cuánto vale una carta de Dios?

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Por: Juan José Hoyos

La carta es de 1954. Se subastó por última vez en diciembre de 2018. Nunca creí que Dios la hubiera escrito. Él no pierde el tiempo en esas cosas. Además, hace tiempo que solo se escriben emails, tuits, mensajes de WhatsApp. Cartas, no.

Sin embargo, así la llaman: la Carta de Dios. Le dicen así, a pesar de que quien la escribió fue Albert Einstein. Es de dos páginas y está escrita en alemán y fechada el 3 de enero de 1954.

El original tiene solo 239 caracteres, incluidos los espacios, puntos y comas. Ni siquiera alcanza el límite de 280 caracteres de un tuit. Hoy, en el mundo miserable de las redes sociales, tal vez sería una carta incendiaria. En ella, Einstein solo utilizó la palabra “Dios” una vez.

La carta está dirigida a Eric Gutkind, un filósofo alemán que “presentaba a la Biblia como un grito de guerra, y al judaísmo y a Israel como incorruptibles”. Einstein, que era de origen judío, estaba desilusionado del judaísmo. “Los judíos –decía– son un grupo al que me alegra pertenecer y en cuya mentalidad me siento profundamente anclado, pero que para mí no tiene ningún tipo de dignidad distinta de la de otros pueblos…”

La carta salió a la luz en 2008. Hasta entonces, había estado en posesión de los herederos de Gutkind. Luego, entró al mercado de las grandes subastas y se vendió por 404.000 dólares en Londres. El comprador no fue identificado. El periódico The Guardian dijo que varios ateos declarados fueron algunos de los postores que perdieron en el remate. En 2012, la carta se ofreció en eBay por 3 millones de dólares. En 2018 se volvió a subastar por 2,9 millones de dólares en la casa Christie’s, en Nueva York.

Einstein escribió muchas cartas en las que mencionó a Dios y al judaísmo. “Nadie debería leer una carta de Einstein y pensar que resuelve lo que piensa sobre Dios”, dijo Walter Isaacson, autor de Einstein, una biografía publicada en 2007. Según él, sus ideas cambiaban de una década a otra “o incluso de un día a otro”.

En algunas entrevistas a lo largo de su vida, Einstein manifestó dificultad para explicar sus creencias. En una ocasión, cuando fue interrogado por el rabino Herbert S. Goldstein, sobre si creía en la existencia de Dios, este le contestó: “Creo en el Dios de Spinoza, quien se revela así mismo en una armonía de lo existente, no en un Dios que se interesa por el destino y las acciones de los seres humanos”.

Einstein criticó la religión. “Para mí, la palabra ‘dios’ no es más que la expresión y el producto de la debilidad humana; la Biblia, una colección de leyendas venerables, pero bastante primitivas”, decía. Pero después advertía: “No soy ateo. No sé si puedo definirme como un panteísta. El problema en cuestión es demasiado vasto para nuestras mentes limitadas… Mi religiosidad consiste en una humilde admiración del espíritu infinitamente superior que se revela en los pequeños detalles que podemos percibir con nuestras mentes frágiles y débiles. Esa convicción profundamente emocional de la presencia de un poder de razonamiento superior, que se revela en el universo incomprensible, forma mi idea de Dios”. Einstein decía en sus cartas algunas veces que creía en Dios, y otras que no. Yo pienso que creía en el mismo Dios del que habla Pascal en sus Pensamientos. Si no, pienso que no habría podido decir esta frase, tal vez la más sabia que he escuchado sobre el mal: “El mal es el resultado de la ausencia de Dios en el corazón de los seres humanos”. .

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