COINCIDENCIAS OMINOSAS

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Por: Jesús Vallejo Mejía

En los últimos días han ocurrido tres hechos muy preocupantes.

El primero, la decisión de RCN de poner término a la emisión de “La Hora de la Verdad” por vencimiento del contrato y no querer renovarlo. El segundo, la presión ejercida por el gobierno para forzar la salida del gerente general de la Federación Nacional de Cafeteros. El tercero, el anuncio de que el presidente contará con un espacio de televisión a través del que periódicamente se comunicará con la población.

“La Hora de la Verdad” ha sido a lo largo de los últimos años una valerosa trinchera desde la que se han librado fuertes combates en pro de nuestra institucionalidad democrática y liberal. Fernando Londoño Hoyos, dueño de carácter, inteligencia y cultura sobresalientes, ha mantenido vivas las consignas llamadas a alertar sobre los peligros que representa el comunismo para nuestra Colombia. Pero los comunistas ya están gobernándonos y su presencia en el espacio público les resulta intolerable. No sería de extrañar que hubiesen ejercido presión sobre RCN para alejarlo del aire. Al fin y al cabo, las frecuencias radiales y televisivas están sometidas a control gubernamental y quienes bajo licencia las utilizan temen las represalias de autoridades hostiles a la libertad de prensa. Así sucedió en Venezuela y tal comienza a ocurrir entre nosotros. He sido fiel radioescucha de “La Hora de la Verdad” y desde el dos de enero del año entrante seguiré sintonizándola, como a veces lo hago, a través de YouTube, quizás hasta el día en que la dictadura que se avecina permita el acceso a los medios digitales.

Como la Federación Nacional de Cafeteros venía patrocinando desde hace poco la sección “Al Oído” de “La Hora de la Verdad”, no es osado pensar que al gobierno comunista eso le resultaba intolerable y merecía el castigo de rigor. No otra explicación cabe para ello, dado que su gerente general venía realizando una labor digna de efusivo encomio por sus excelentes resultados en beneficio del gremio más importante del país.

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Al tiempo que estos sucesos ocurrían, se produjo el anuncio de que el actual ocupante de la Casa de Nariño proyecta utilizar la televisión para hacerse propaganda a expensas del tesoro público. A la vez que se limita severamente un espacio privado de oposición, se instalará uno público de profusa publicidad oficial tendiente a manipular a la opinión en pro del incierto cambio que ha prometido el que hoy dice gobernarnos.

Se trata a no dudarlo de una reedición del “Aló Presidente” con que el finado dictador venezolano Hugo Chávez azuzaba a sus secuaces para hostigar a quienes se atrevieran a disentir de sus propósitos.

El año entrante será en Colombia de intensa actividad política por las elecciones departamentales y municipales que se llevarán a cabo. Este gobierno sabe que ellas significarán de hecho un referendo de apoyo o rechazo de sus proyectos. Ahí se jugará la suerte del país y los detentadores del poder bien lo saben. Por eso, pretenden influir por todos los medios a su alcance para que su demagogia los favorezca en las urnas. Gozarán para ello de los pingües recursos de la reforma tributaria que a las volandas acaba de aprobarse, de los medios con que cuentan para seducir al electorado y los instrumentos a su disposición para acallar a los inconformes.

Mucho nos esmeramos en advertir lo que podría sucedernos si los comunistas tomaran el poder. Lo temido se ha hecho realidad. Ahora sólo nos resta pedirle a Dios que nos tenga de su mano. Las peores cosas están por venir.

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