Por: Gustavo Álvarez Gardeazabal
Ante la orden que la mano negra impulsó para que una funcionaria menor del Ministerio de transporte, la inspectora fluvial de las represas de calima y salvajina, que maneja Celsia, propiedad del grupo Argos, prohibiera el paso de vehículos de todo tipo por la barcaza de alto tonelaje, habilitada para reemplazar provisionalmente el puente que se cayó sobre el río la vieja, en la carretera Cali Calarcá.
El alcalde de la tebaida, dijo que no la acatará, según el mandatario, ni hubo el debido proceso, se carece de juicio jurídico y el puente flotante no es un elemento de navegación que es la materia de vigilancia de la oficina que la inspectora dirige.
Al mismo tiempo que se conoció que la carretera Cali Calarcá sigue abierta, el presidente de las autopistas del café, propiedad también del grupo Argos, a cuya concesión pertenece el tramo donde se cayó el puente el 12 de abril. Está citando a una rueda de prensa el martes en Cali para explicar los disque adelantos que tienen en la reparación del puente sobre el río la vieja. Por supuesto, extrañan esas actitudes imperiales lejanas del diálogo que bien podría haber tenido el presidente del grupo Argos con los berracos ingeniosos que se inventaron el puente flotante con las barcazas y obviamente.
Los pone muy lejano del espíritu de colaboración que podrían brindar, ofreciendo cubrir, por ejemplo, los seguros para el puente flotante a través de sura 1, de cuyos propietarios es también el grupo Argos.
La mitad de Colombia no puede quedar en manos de unos insensibles que no entienden los daños a la principal carretera del país y menos orientados tinterilla mente por quienes pretenden enfrentar con prohibiciones burocráticas la imaginación, en vez de sentarse a dialogar para apoyarla y arreglarle el problema del país. Ojalá.
