Redacción
Un niño queda huérfano cada 12 segundos debido a una muerte relacionada con la COVID-19, cifra que va en aumento, revela un estudio del Banco Mundial.
Así mismo revela que, por cada 2 adultos que mueren a causa de la epidemia, un niño se queda sin un familiar que los cuide.
El Banco Mundial publica una recopilación de datos recogidos e investigados por varias organizaciones. Así los datos que publica The Lancet, indican que por cada dos personas que mueren debido al coronavirus, un niño queda huérfano por la muerte del padre o la madre, del abuelo o abuela que los cuidaba o que vivían en su casa.
Los datos del Banco, por su lado, estiman que hasta junio pasado casi 2 millones de niños menores de 18 años han perdido a su madre, su padre, o su abuelo o abuela que estaban a cargo de cuidarlos y que vivían con la familia.
Los países con tasas de mortalidad de cuidadores primarios de al menos 1 por cada 1000 niños son Perú (10,2 por cada 1000 niños), Sudáfrica (5,1), México (3,5), Brasil (2,4), Colombia (2,3), Irán (1,7), Estados Unidos (1,5), Argentina (1,1) y Rusia (1,0) . Además, durante este mismo período, otro medio millón de niños perdieron a un abuelo o una abuela que los cuidaba y que vivía en su propio hogar.
Así mismo los niños que quedan huérfanos enfrentan diversos riesgos como las amenazas de la pobreza, malnutrición, desplazamiento, separación de los hermanos y otros miembros de la familia; deserción escolar, depresión, violencia e incluso matrimonios infantiles repentinamente.
El Banco Mundial recomienda que para enfrentar estos problemas será necesario prevenir nuevas muertes, fortalecer los sistemas de salud y apoyar la vacunación para evitar futuras muertes de los cuidadores y detener la ola de orfandad; preparar las familias, evitar la institucionalización debido a su evidente daño al desarrollo psicosocial, físico y cerebral; proteger a los niños con programas de transferencias de efectivo pueden proporcionar ingresos y apoyo a los niños y sus cuidadores, utilizando un modelo de «dinero y atención» basado en intervenciones psicosociales y conductuales.
El fortalecimiento de la capacidad del sector público para abordar estas cuestiones es fundamental para este programa general. Este es un desafío, particularmente en los países que enfrentan restricciones fiscales mientras el mundo debe abordar la mayor recesión desde la Segunda Guerra Mundial. En la actualidad, las inversiones en el capital humano de los niños son esenciales para garantizar no solo su futuro, sino también el futuro de sus comunidades y países. Estas inversiones tienen altas tasas de rendimiento que se acumulan a lo largo de la vida, y de una generación a otra.
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