LAS LÁGRIMAS DE INGRID…

Columnistas
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De cocodrilo, ficticias, actuadas, no sé si convencen a alguien, pues a mí no, esa Señora jamás me ha seducido, de ella tengo la peor de las impresiones, la peor.

El secuestro es un castigo que no lo merece nadie, no se lo deseo ni al peor de mis enemigos, por tanto, no me alegro de que la Betancourt haya pasado por estas, para nada, lo que si alcanzo a pensar, ateniéndonos a lo que por ahí se dice, es que en verdad la cosa parece no haber sido tan mala, en final de cuentas su compañera Clara llego con hijo abordo, y se dice sin que me conste que las fiestas eran buenas, de ella creo cualquier cosa, quien es capaz de fingir así como bien lo hace, es capaz de lo peor.

No me falla la memoria, la fecha anterior a que fuera capturada por las FARC, el Ejercito y la misma Presidencia le advirtieron, no se meta es esa zona, no vaya a San Vicente del Caguán, no podemos garantizar su seguridad, como decía Ebert Castro, se paso la advertencia por la faja, ella, en su habitual tonito sobrado, alimentado por un ego inconmensurable, lo dijo a todas voces (la oí por Caracol)  que ella no temía, que ella era (según ella, claro) la portavoz del pueblo, que ella era intocable (lo es todavía, versión propia, claro), juraba que a ella las FARC, le harían venia, la nombrarían su representante ante la sociedad, dada su condición de incorruptible, de prístina, su aura irradiaba la luz de la bondad, de la honestidad, quería entonces dar una lección al entonces Presidente Andrés Pastrana, a quien los jefes de esa guerrilla, lo habían dejado plantado años atrás en la famosa cita de la silla vacía.

Ingrid juraba que la iban a recibir cual heroína, que la sentarían a manteles, a comer boruga, libada con Extradestilado del Caquetá y a diseñar el plan de paz que la llevaría a la Casa de Nariño y a escribir con indeleble tinta, los más connotados capítulos de la historia patria, ella sería la nueva Policarpa, hablando eso sí, con la lengua enredada para no perder su sofisticado aire de izquierdista parisina, esas de café del Boulevard de Montparnasse, pues claro, nunca ha querido que se le considere una revolucionaria de medio pelo, con fusil al hombro, picaduras de pito y boina terciada, no, ella también ha querido ser La Pasionaria de Colombia, pero a lo francés, muy “chic” ella; nada de Marx, mucho de Sartre, pues bien, a Tirofijo le resbalaba esta Doña, tanto o más que a mí, de seguro que a Marulanda le debía parecer “jartísima” esta vieja pendeja, y bien así, y como dice el común proverbio “a papaya puesta, papaya partida” la mantuvo seis años, en el monte, para que dejara de creerse la mesías, y los sueños de la francesita se fueron al averno, se quedó sin las tres “Pes” ni Presidenta, ni Policarpa ni Pasionaria, solo una tonta prepotente, a quien pusieron a parrandear con la guerrillerada, y ni aún así, lograron doblegarle su despótica personalidad, siguió siendo la misma insoportable mujercita.

El día de la operación Jaque, acabó de mostrar su horripilante condición, el pobre Lecompte, quien a la sazón era su marido, recibió a la vista del mundo entero, la más abyecta de las humillaciones al despreciarle el efusivo saludo que el pobre hombre llevaba preparando seis largos años, bueno, es que ni por humanidad ha debido hacer eso, ya en privadas habitaciones lo ha podido mandar al carajo, pero no frente a todos, que miserable es, una arpía peor que Cruela De Vil.

Tiempo después salió con la pretensión de demandar al Estado por más de trece mil millones, esa que se jacta de ser la portaestandarte de las banderas del honor y la compostura, pretendía esquilmarle al erario tal bicoquita, pues como dicen los españoles “se manda un morro que se lo pisa”, que coraje el de esta mujer, cuando la cosa debía ser al revés, el Estado tuvo que gastarse una fortuna en la operación en la que se le rescató, cuando la única, repito, la única culpable había sido ella, se le había advertido de todas las maneras posibles y no hizo caso, pues tenga Doña, tenga para que no sea tan estúpida, pues bien, yo de Presidente, o de Comandante de las Fuerzas Armadas, no me hubiera gastado ni un céntimo en rescatar a Ingrid, ni un medio de un céntimo.

Ahora, años después se viene la Doña de nuevo, con su afectada vocecita de Caperucita, con un discurso ahíto de frases de cajón, hablando de amor (igualito al de ella por Lecompte), de sufrimiento, de dolor, de lágrimas, de lágrimas, por Zeus, que lágrimas ni que carajo, como pretende pedir a sus captores, que lloren por lo que le hicieron, es que no se da cuenta que los guerrilleros no son más que eso, criminales que se llevan por delante a lo y al que sea, ellos libraban una guerra, en una guerra no hay piedad Señora Betancourt, en la guerra no hay consideración, en la guerra hay odio y a Usted la detestaban por petulante, nunca la odiaron, pues se odia solo a quien vale mucho y, mi querida francesita, usted no vale nada, así que ni siquiera piense que es usted merecedora del odio de sus raptores, en resumen son tres asuntos, uno, solo cabe en su muy reducida mente pedirle lágrimas a los forajidos, dos, su dolor fue auto infligido, entonces “sarna con gusto no pica y si pica no mortifica” y tres sus lágrimas no son más que una muy burda y muy mal puesta en escena, para que me entienda se lo pongo en francés, una “mise en escène”, así que “ma chère ami”, a otro perro con ese hueso, espero que se devuelva usted a Francia, nos deje en paz, no vuelva por aquí, porque cuidado y a alguno de nuestros tinterillos que andan por ahí desocupados, instaurando tutelas a partidos de fútbol, se le ocurra demandarla, para que nos pague, lo que entre todos tuvimos que pagar, para que la salváramos de las garras, de sus fiesteros y lujuriosos secuestradores. “Bon voyage et ne reviens jamais” (Buen viaje y no vuelva jamás).

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