DE LAS POSICIONES DE UN GOBERNANTE

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Por: Federico Senior

Algo muy diferente es lo que dice Juan como persona, a lo que llegue a decir Juan como presidente de un país. Si Juan es ateo, no puede Juan prohibir las religiones, o su práctica, si Juan es hincha de Millonarios, no puede satanizar, o perseguir a los de Santa Fe; un dirigente político y, más aún alguien que ostenta el cargo de presidente, obtenido el cual, por elección popular, no puede esgrimir sus posiciones religiosas, deportivas o políticas, como armas contundentes contra sus opositores. Si lo hace, se comporta entonces como un dictador, Luis XIV, L’Etat cest moi, no es este el caso de Juan, pues a él lo eligió el pueblo, no la vagina de su Señora madre.

En una Empresa, las cosas son a otro precio, el dueño, puede exigir la congruencia de su personal, con sus posiciones, si ésta, la empresa, por ejemplo, se dedica a la venta de juguetes sexuales, pues no va a contratar a los miembros de los Testigos de Jehová.

En un país la cosa entonces es distinta y, va a depender, de para que rama del poder público es el elegido; en el caso del Legislativo, los miembros del parlamento, representan a la población, ante todo y por supuesto, el parlamentario debe propender por que el actuar durante su período, vaya en consecuencia con las propuestas que ha ofrecido a su electorado, por ejemplo, un candidato a senador, de los partidos cristianos, no puede llegar al parlamento a promover la ley que aprueba el aborto, o la eutanasia, de igual manera va a suceder con todas las leyes que se tramitan en el congreso; debe estar eso sí el congresista, dispuesto a negociar con el resto de las bancadas, para que sus propuestas sean aprobadas, he ahí, en donde entra a funcionar con todas sus reglas, el juego democrático, si las leyes que propone Pablo no cuentan con la anuencia de la mayoría, pues esas propuestas nunca llegarán a ser leyes, es así de sencillo.

Ahora bien, otra cosa y muy, pero muy diferente, es el caso de los cargos administrativos, de lo que corresponde al ejecutivo; eso es de verdad a otro precio; y es que también es muy sencillo, el administrador, llámese presidente, alcalde o gobernador, administra un territorio, promueve la realización de obras que afectan de positiva o negativa manera a toda la población, no solo sus actuaciones se atienen a las convicciones políticas o religiosas de un electorado, por supuesto que no, éstas, las actuaciones de gobierno afectan a todos, por tanto, el administrador, tiene la obligación constitucional de propender por el bienestar de toda la población, sean sus correligionarios o sus oponentes. En el caso del presidente, el asunto es más serio, más amplio, y más comprometedor, dado que su responsabilidad, originada reitero, por una decisión de la voluntad popular, obliga a éste a dos cosas, una, a llevar a cabo su mandato de acuerdo con un plan propuesto durante la campaña, este plan, de obvia manera debe respetar ante y por sobre todo, a la constitución política y por extensión a toda la ley vigente, ahí entra el ejecutivo en el juego de la democracia, pues para que su plan funcione, deberá proponer leyes que ayuden a que sus propuestas de campaña puedan llevarse a buen término, así que el ejecutivo entrara en la partida, lo mismo que el parlamentario, a tratar de convencer a los demás de las bondades de sus proposiciones; en la segunda, asume él, la representación del Estado, es decir, el presidente en Colombia, no solo es el jefe del gobierno, no, es también el Jefe del Estado, en su cabeza queda la representación de la Nación, del País, de toda la población, tanto en los asuntos internos, como en los externos. Es aquí, en donde las cosas suelen ponerse muy difíciles, como lo son los hechos acaecidos en la última semana, por la situación presentada en el Medio Oriente.

Ante hechos incontrovertibles, hechos de sangre, de ataque aleve, a mansalva, y de manera cobarde, una organización terrorista, ultraja y mata a miembros civiles de otro país, el presidente, tiene, como jefe de la diplomacia de la nación, que manifestarse en contra de tales hechos, el presidente debe pronunciarse por lo que ha sucedido, no porque le gusten los victimarios, o porque odie a las víctimas, su posición ideológica no puede manifestarse ante hechos de barbarie, si su pensamiento es congruente con ésta, con la barbarie, que en nuestro caso, no nos debe extrañar pues quien funge como presidente fue miembro de un grupo terrorista, de asesinos, que entre otras miles de actuaciones, quemaron vivos a los miembros del máximo poder judicial de la nación, no es de extrañarnos reitero, que su pensamiento siga corriendo por la misma línea, censurable, pero inevitable, bien, que siga pensando como guerrillero, ese es su problema, el asunto está en que el pueblo no lo eligió para que matara a sus contradictores, el pueblo no lo eligió para que pusiera ante todo su pensamiento, el pueblo no lo eligió para que derramara la hiel de su odio por doquier, no señor, el pueblo lo eligió porque le creyó el cuento de la paz total, porque el pueblo lo eligió para que acabara con los exagerados privilegios que los políticos se auto endilgaban, a costa de los impuestos de todos, el pueblo lo eligió para que resolviera ante todo los problemas del país, de su gente, de su pobreza y de su hambre, el pueblo no lo eligió para que se la pasara paseando, perdiéndose en Paris, en noches de farra, el pueblo no lo eligió para que se gastara el dinero de los pobres, en viajes inútiles, realizados con el ánimo de hacer discursos ridículos, como el de la ONU en Nueva York, hablando tonterías, como las de expandir los virus en el espacio, y en la estrellas, donde cualquier bicho muere, porque éstas, las estrellas son solo bolas de fuego, el pueblo no lo eligió para que le incumpliera citas a todos, el pueblo no lo eligió para que destruyera lo de bueno, que aunque no le guste, hay y mucho en Colombia, el pueblo no lo eligió para que acabe con los empresarios que son quienes le generan los impuestos para que se derrochen en ridiculeces, como lo del embeleco del ministerio de la igualdad, malgastando centenares de miles de millones, que bien podrían resolver de un tajo la sed de los Guajiros; el pueblo lo eligió para que representara a la nación entera, el pueblo no lo eligió para que con ciento y tantos mensajes en X, nos enrostrara, la clase de indecente que es.

Un presidente es alguien a quien se le debe respetar, tan solo por el hecho de que fue elegido por el pueblo, pero tal hecho, no es “per se” una patente de corso, para haga lo que se le venga en gana y peor aun que con sus demenciales actuaciones se este atetando contra la estabilidad del país.

La obstinación que muestra de manera lamentable nuestro presidente debe preocuparnos, estamos ante un caso de histérico frenesí, propio más bien de mentes enfermas, la ley debe contemplar la posibilidad de que la sociedad civil exija y de verdad, si el estado mental del presidente, le permita seguir gobernando (léase destruyendo) el país, no puedo entender que se hizo aquel brillante parlamentario, de inteligentes discursos, de disertaciones, fuertes pero bien sustentadas, ¿Se perdió en alguna vesánica noche de parranda?; que lástima, nunca he sido de izquierda, menos aun admirador de Petro, pero si guardaba la esperanza de que alguien de su talante (ese de antaño, no el del orate de hoy), enderezara este país, convocara a Tirios y Troyanos y nos embarcara en un bajel con un solo Norte, el bienestar de todos.

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