Socialdemocracia y Comunismo

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Por: Jesús Vallejo Mejía

Desde mediados del siglo XIX los movimientos socialistas experimentaron la división entre socialdemócratas y comunistas, tal como puede leerse en el siguiente artículo de Wikipedia: Socialdemocracia – Wikipedia, la enciclopedia libre.

En términos generales, puede decirse que la división se ha dado entre socialistas moderados y socialistas radicales. Los primeros han sido partidarios de la evolución, mientras que los segundos lo han sido de la revolución.

Esta división campea a todo lo largo y ancho del siglo XX. Los radicales, seguidores ante todo de Lenin, promovieron la transformación violenta de la sociedad con miras a erradicar la propiedad privada de los medios de producción, que a su juicio era el fundamento de las clases sociales, y le explotación del hombre por el hombre que, según su ideología, caracterizaba a la relación laboral en el régimen capitalista. La nueva sociedad que surgiera de ahí sería igualitaria y en ella se lograría la emancipación humana respecto de lo que Marx llamaba el reino de la necesidad. Para ello sería necesario implantar transitoriamente la dictadura del proletariado, de suerte que fuese posible erradicar todo vestigio de las sociedades tradicionales, comenzando por la religión y lo que consideraban la moralidad burguesa. El régimen totalitario impuesto por medio de la violencia sería una etapa indispensable para la construcción de la nueva sociedad que pusiese término a las contradicciones sociales y en la que por fin reinase la armonía entre los seres humanos.

Furet ha escrito que todo esto configuraba una ilusión. A ello se refiere su libro “El pasado de una ilusión: Ensayo sobre la idea comunista en el siglo XX”. Vid. El pasado de una ilusión. Ensayo sobre la idea comunista en el siglo XX by François Furet (goodreads.com).

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En realidad, fue algo peor que una ilusión: un delirio, una pesadilla. De esto da cuenta “El Libro Negro del Comunismo”, que le asigna la módica suma de más de 100 millones de víctimas.Vid. (PDF) El libro negro del comunismo, ed. Stéphane Courtois, 1998 (researchgate.net)

El comunismo cayó estruendosamente en Europa oriental, dando lugar a la desintegración de la Unión Soviética, y hubo de transformarse de modo sustancial en China y el sudeste asiático, donde se ha adoptado un régimen capitalista de partido único que se acerca más bien al modelo fascista. Subsiste en dos sociedades atípicas, la norcoreana y la cubana, que a nadie que contase con una pizca de buen sentido se le ocurriría presentar como tipos ideales dignos de imitarse.

Su rival, la socialdemocracia, ha evolucionado de modo muy diferente. En términos generales, puede afirmarse que ha sido una tendencia bastante exitosa. Según lo dicho atrás, ha preferido la evolución a la revolución. Se ha adaptado al liberalismo, pero adicionándole la idea de lo social. De ahí que su modelo no sea el del Estado de Derecho en su sentido originario, sino el del Estado Social de Derecho, que aspira a superar el individualismo de aquél por medio de instituciones garantes de la solidaridad social y el mejoramiento de la calidad de vida de los sectores menos privilegiados de la sociedad.

La socialdemocracia exhibe modalidades muy diversas, pero su rasgo común estriba en la idea de que al Estado le corresponde intervenir activamente en la economía y, en general, en la sociedad, para el cumplimiento de sus fines, dentro del respeto por las formas jurídicas, el régimen democrático, las libertades públicas y la economía de mercado. Como lo he señalado en mis “Lecciones de Teoría Constitucional”, significa la respuesta del Estado Liberal a su crisis económica, política y social. Una respuesta, por lo demás, exitosa que, como lo observa la profesora Sheri Berman en un ensayo que he citado en otra ocasión, contribuyó de modo decisivo a afirmar la paz en Europa occidental después de la II Guerra Mundial. A la socialdemocracia se debe en muy buena medida la envidiable prosperidad de los países avanzados de Occidente, si bien, como sucede con toda fórmula política, sus realizaciones no están exentas de crítica. De hecho, encuentran contrapeso en tendencias conservadoras que se esmeran en corregir sus excesos y desviaciones. La alternación democrática ha sido elemento eficaz para garantizar el sosiego en países que en la primera mitad del siglo pasado fueron muy turbulentos. (Vid.Author: Sheri Berman | Journal of Democracy)

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A la luz de los recientes resultados electorales, Colombia se encuentra ante la disyuntiva del camino socialdemócrata, que garantiza su institucionalidad, conserva su fisonomía y promueve su prosperidad, y el comunista o criptocomunista, que acarrea la privación de las libertades públicas, el desbarajuste de su economía y la desaparición de su identidad democrática, tal como ha sucedido en nuestra vecina Venezuela, que por obra del Socialismo del Siglo XXI ha pasado de ser una de las sociedades más ricas de la región a la segunda más pobre (vid. Los 15 países más pobres de América (2022) • Libretilla).

Cuál sea el camino que decida seguir, es asunto que dependerá de las circunstancias. El futuro es, desafortunadamente, aleatorio e incierto.

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