Si va a ir al médico piénselo dos veces (2) 

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Por: Misael Cadavid

Hace unos meses  tuve la osadía de escribir acerca de los excesos en que incurrimos los médicos con nuestros pacientes y el título del artículo aunque se podría considerar hereje, simplemente lo que pretende es llamar la atención de lo que ocurre en los sistemas de salud a nivel mundial y es que decir lo que sabemos y lo callamos, pero que poco se ventila por solidaridad con nuestra amada profesión o mejor aún con nuestros colegas podría convertirse en la mejor manera de buscar el ostracismo profesional, estaba preparado para la flagelación gremial pero sorpresivamente el artículo de marras fue de análisis ético en varias facultades de medicina.  

Ahora mis propios colegas me han animado a continuar escribiendo acerca de algunas prácticas non sanctas en que incurrimos, esto con el ánimo de poner a reflexionar a los actores del sistema acerca de la necesidad de devolverle a nuestra amada profesión los mejores estándares éticos, con el único fin de que a los pacientes se les dé lo que necesitan, no lo que no necesitan, inducido por intereses económicos. 

Y es que definitivamente estamos en una sociedad que venera la ciencia y que siente pánico por la muerte y por envejecer. 

La medicina se ha convertido en un colosal negocio, a expensas casi siempre de la inducción y presión de nuevas tecnologías, de exceso de ayudas diagnósticas muchas veces innecesarias y de tratamientos innocuos y en ocasiones poco efectivos. 

Parece contradictorio y hasta blasfémico el concepto de que el médico tiene que vigilar el estado de salud de la gente, hay quienes lo consideran arcaico. 

Podría sonar disruptivo, pero el médico está básicamente para restablecer la salud cuando haya problemas, cuando la vida transcurre sin molestia alguna y se va desarrollando de forma correcta, el médico es poco lo que puede ayudar a prevenir la enfermedad. 

Es más, somos nosotros mismos los que deberíamos ayudarnos a prevenir la enfermedad, basados básicamente en estilos de vida saludables. 

Entre un 20 y un 25% de los pacientes que acuden al médico no tiene motivos para hacerlo, nos estamos convirtiendo en una sociedad hipocondriaca, la salud se ha convertido en obsesión para muchos ciudadanos y en un negocio redondo para los empresarios de la salud. 

Quizás la ciencia abusa un poco de su poder, haciendo creer a la gente que, aunque estén sanos todos son enfermos potenciales. 

Y a eso se suma nuestra propia angustia y ansiedad, porque la nuestra es una sociedad bastante ansiosa. 

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Al final uno cree que la salud es lo más importante y que yendo al médico y usando el sistema de salud va a vivir mucho más tiempo, algo bastante dudoso. 

Definitivamente existe el riesgo de que cuando uno está sano y va al médico éste se empeñe en encontrarle algo, lo que se conoce como un sobrediagnóstico. 

Y es que cuando se va al médico, el médico le pide pruebas, si no está convencido le pide más y más pruebas. Cuando se hacen muchas pruebas es posible que haya alguna que no salga bien, entonces el médico insiste e insiste y se podría entrar así en una espiral que puede acabar en una cirugía, una biopsia o una medicación innecesaria que va a tener efectos adversos. 

¿Y por qué hay ese exceso de sobrediagnósticos? 

El médico no quiere equivocarse y va hacer por tanto todo lo posible para llegar a algún diagnóstico o en el peor de los casos buscar algún problema para poderlo reflejar en una factura. 

El enfermo, si tiene una molestia, quiere que se la traten. Y si uno abusa de las consultas médicas corre el riesgo de ser sobremedicado y sobrediagnosticado. 

Y ese sobrediagnóstico puede responder también a motivos estrictamente económicos, a una cierta mercantilización de la medicina.  

¿Cuántas cirugías son absolutamente innecesarias sólo para cobrarlas? ¿Cuántos partos ya no son vaginales sino por cesárea sin indicaciones claras? ¿Cuántos pacientes ingresan a cuidados intensivos sin criterios claros, solo para facturarle al sistema de salud? ¿Cuántos hospitales privados abusan en exceso de ayudas diagnósticas, tratamientos y procedimientos innecesarios? ¿Por qué un paciente hospitalizado en un hospital de tercer nivel tiene en promedio 10 consultas con diferentes especialistas? ¿Por qué las EPS “sacan” los pacientes de estos hospitales que abusan y se los llevan a otros en donde se adhieren a protocolos de manejo más éticos? ¿Por qué vemos principalmente en el sector privado construcciones monumentales nuevas, a pesar de tener carteras multimillonarias con las EPS? 

Es el sector salud un gran negocio lucrativo para todos los actores, pero muy mal remunerado para los puestos asistenciales y administrativos de las bases con pauperización laboral. En términos generales los médicos especialistas ganan cifras exorbitantes. 

Es evidente el riesgo de que un paciente sea sobre diagnosticado sobremedicado y sobretratado, porque ahí hay en juego unos intereses económicos y puede haber la tentación inclusive de sobreindicar cirugías, por ejemplo, el yeso se está convirtiendo en artículo para museos de medicina porque la gran mayoría de fracturas ya son quirúrgicas, en otrora el yeso era el rey de la ortopedia ahora lo son los clavos y placas.

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¿Nos hemos convertido los médicos en autómatas de los laboratorios farmacéuticos? 

Indiscutiblemente la industria farmacéutica y la industria de dispositivos médicos han sido fundamentales para el desarrollo de la medicina, que hoy dispone de un arsenal terapéutico, de diagnóstico y de monitorización impresionante. Pero, naturalmente, la industria farmacéutica tiene intereses esencialmente mercantiles, porque son empresas cuyo último fin es hacer negocio, incrementar sus ventas y mejorar cada año su resultado económico. 

Pero la industria farmacéutica, como cualquier otra industria, quiere ir creciendo. Y en este propósito emplea prácticas deshonestas. ¡Esto hay que denunciarlo! 

Estás prácticas incluyen sobornos, comisiones al personal médico y administrativo, a sacar publicaciones que no son correctas, a financiar de manera exagerada la formación continuada, lo que es una formación sesgada a favor de la industria. 

Todo eso es debido al hecho de que la industria médica en general es una industria capitalista como cualquier otra. Los accionistas aprietan, hay que subir las ventas… Y entonces entramos en la sobremedicación y en la promoción de enfermedades. 

Vivimos también en un período dominado por el hedonismo, el miedo a las enfermedades y el miedo a la muerte. Hay incluso médicos que aseguran que vamos a vencer a la muerte, que en unos años ya seremos inmortales… ¿Todo eso está relacionado con del concepto capitalista de la salud? 

Google, por ejemplo, está destinando cientos de millones de dólares para luchar contra el envejecimiento y buscar la clave de la vida perpetua. 

Hay grandes corporaciones que ya están congelando a gente muy enferma con la promesa de descongelarla cuando la ciencia y la técnica lo permita. 

Hay todo un movimiento transhumanista, que está fuertemente apoyado por la industria, y que pretende convencer al público de que está a nuestro alcance eliminar la muerte o, por lo menos, demorarla muchos años. 

Aparte de las cuestiones estrictamente ideológicas o tecnológicas, en lo de vivir para siempre o muchos años más, hay un aspecto filosófico y ético que nos debe asumir una posición muy crítica. 

Lo que hoy ya se está haciendo es cronificar muchas enfermedades incurables, lo que provoca que quienes padecen esas enfermedades tengan en muchas ocasiones una calidad de vida terrible e incluso agónica… 

Los criterios de diagnóstico de muchas enfermedades han cambiado lo cual han reclutado más y más pacientes, por ejemplo, los criterios de diagnóstico hipertensión arterial y diabetes han conducido que millones de pacientes en el mundo se sometan a la ingesta de medicamentos de por vida, eso en términos financieros ¿cuánto le representa a la industria farmacéutica? 

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Indiscutiblemente debemos estar a favor de alargar la vida, pero no de alargar la muerte. 

Paradójicamente la medicina genera muchas enfermedades. 

También cura cosas, pero genera mucha gente enferma, muchas veces enferma crónica. 

Es menester invertir menos en medicina de fases terminales e invertir más en prevención o, por ejemplo, en otras medidas sociales, como es el impactar positivamente en los determinantes de la salud: más agua potable, más educacion, más deporte, generar mejores empleos, vivienda digna etcétera. 

Y es que en los últimos años, y a pesar de la hipermedicalización, en los países más desarrollados la esperanza de vida no sólo se ha estancado sino que está retrocediendo, por ejemplo en Francia, Estados Unidos, España, apuntan a que puede haber un estancamiento en el crecimiento de la esperanza de vida. De hecho, desde hace años la curva se ha ido aplanando. 

Y es que la naturaleza tiene su lógica: nos acercamos a los límites biológicos. Por cuestiones biológicas y de deterioro del propio organismo, es desaconsejable intentar alargar extremadamente la vida. 

Y, por hacerlo, estamos pagando un precio: por ejemplo, la enfermedad de Alzheimer, que es una enfermedad terrible, ya casi ha alcanzado proporciones epidémicas. 

El alargamiento desmedido de la vida tiene otras aristas: la aparición de más cánceres, de más enfermedades neurológicas incurables y más deterioro del sistema cardíaco y vascular. 

Si a eso se añade que la obesidad se está generalizando, las adicciones ganan terreno y que aparecen enfermedades emergentes relacionadas con el cambio climático, tiene su lógica que la esperanza de vida no crezca e incluso retroceda. 

El enfermo que tiene cáncer, tiene que ver que no lo pueden tener dos o tres años muriéndose poco a poco, sin calidad de vida, a lo mejor tiene que preguntarse en qué le está ayudando realmente su médico o están haciendo un ensayo clínico a sus espaldas o probando un medicamento para ver si alarga un mes más la vida, a expensas de los sobrecostos del sistema de salud. 

Debe haber más responsabilidad propia y una cierta aceptación de la muerte natural. 

Antes, se decía que se moría de muerte natural. 

Ahora la muerte está supermedicalizada, es muy artificial. 

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