Rodolfo o Petro: Colombia en juego 

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Por: Orlando Arenas Tamayo

Nunca pensé que viviría una experiencia como la actual, en la que debemos escoger presidente entre Gustavo Petro de la extrema izquierda, cuyas propuestas son toda una estrategia de desbarajuste del país y Rodolfo Hernández, un ingeniero santandereano de la derecha, cuyas posiciones radicales y populistas, ponen también en algún peligro las instituciones. 

Petro, un hombre con indiscutibles condiciones de liderazgo, pero formado en la lucha guerrillera que lo hace autoritario y arrogante, admirador de Chávez y Maduro en Venezuela y de Daniel Ortega en Nicaragua, todos ellos alumnos de la escuela cubana copiada por Petro, de donde aprende que son éticas todas las formas de lucha, desde la violenta hasta la democrática, que parece ser ahora la estrategia para la toma del poder, desde el cual buscará hacer referendo para convocar asamblea constituyente que lo podría revestir de plenos poderes, cerrar el parlamento y los demás cuerpos colegiados, crear una Asamblea Nacional con la cual legalizar todas las acciones del gobernante. Entonces será jefe supremo, se hará reelegir hasta el envejecimiento, acabando con la iniciativa privada, la industria nacional, la libertad de expresión, con los partidos reducidos a nimias expresiones de oposición que serán derrotados por la maquinaria estatal, los periódicos cerrados y quebrados, sin ningún respeto por la opinión y solo se leerán los pasquines de los CDR o Comités de Defensa de la Revolución, a las consignas de que sus opositores son los enemigos del pueblo y en su nombre los persiguen, los encarcelan y los matan, en fin la historia de 30 años en Venezuela. 

Rodolfo Hernández es un ícono del trabajo como ingeniero y constructor, inicialmente abajo de Fajardo en encuestas, luego lo remonta y la campaña de descrédito de Fajardo primero y Federico luego, orquestada según los videos por Roy Barreras y el equipo dirigido por Petro, lo fue haciendo relevante, así como sus expresiones folclóricas y llenas de ironía sobre la clase política, lo elevan en los indicadores mientras FICO se estancaba, y aún bajaba en favorabilidad, hasta la última semana, cuando lo sobrepasó en más de un millón de votos y se erigió como la alternativa frente a Petro. A partir de ahí la campaña sucia fue ya contra Rodolfo, con desinformación y crueldad, que desfigura todas sus declaraciones, lo califican de misógino o anti feminista, contra toda evidencia, no es amigo de reformas tributarias, única fórmula de todos los gobiernos anteriores, y de Petro, para levantar recursos. Afirma que sus necesidades, las financiaría eliminando la corrupción que se traga anualmente más de 50 billones al año, no es enemigo de la exploración petrolífera como Petro, aunque se opone como él, a utilizar el fracking en su explotación. 

Los dos son personas de gran preparación profesional, Petro tiene en la cabeza el discurso liberal que nadie reivindicó en este debate, lo que demuestra la profundidad de nuestra crisis, en tanto que Rodolfo es un ingeniero con experiencia, con su carácter santandereano que lo lleva a ser franco hasta la grosería y aún la vulgaridad para decir verdades, que la opinión capta como suyas, porque siente que la crisis es la corrupción y que combatirla debe ser el eje de su campaña. 

Hay que recordar la buena relación Rodolfo Petro en un comienzo, cuando el primero afirmó que si él no pasaba a la segunda vuelta, allí votaría por Petro, pero el resultado le mostró que su oponente tenía un techo y no pasaba del porcentaje inicial, mientras el discurso del santandereano contra la “ladronería” y algunas propuestas algo populistas y ramplonas, entusiasmaban a la gente y por eso ahora lo supera en uno o dos puntos en las mediciones opino métricas. 

Afirmar que va a quitarle a los congresistas toda la serie de gabelas burocráticas y salariales es del gusto de los de abajo, en medio de la polarización que ha engendrado odio de clases, ambientados por la izquierda, para enfrentar de nuevo a los colombianos como se vio en las protestas y el propio Petro tiene aquí su alta cuota de responsabilidad, pero Rodolfo debe entender que, en Colombia, el problema no es de bajar salarios sino de subirlos y tratar de hacer lo primero requiere de un congreso y de unas mayorías parlamentarias, un imposible para los dos, por lo que, en ambos candidatos, se adivina cierto aire prepotente, despótico, porque creen conseguir sus propósitos sin el camino de la legalidad. En este sentido Petro tiene ventaja porque su experiencia parlamentaria lo sacaría airoso consiguiendo el respaldo parlamentario, pagando como es obvio, el costo de comprar a los congresistas. 

En favor del despotismo, está la baja opinión de los colombianos sobre la importancia del sistema democrático, que puede inducir a cualquiera que gane, a imponer las reformas destruyendo nuestro frágil sistema de pesos y contrapesos. 

La totalidad de los inmigrantes venezolanos en Colombia, nos dicen a diario el peligro en que estamos frente al populismo de Petro y creen que nuestra sociedad ha llegado al punto de inflexión que ellos ya tuvieron y que ahora sufriremos el mismo calvario de un pueblo paria, desterrado por el sistema que eligieron. 

Gustavo Petro ya hizo el periplo internacional para los apoyos de la extrema izquierda europea que lo levantará a punta de inversiones de capital para dar el golpe y apoderarse de Colombia ante una sociedad adormecida por la propaganda y sin fe en los gobernantes que le mintieron siempre. 

La opción que nos queda es Rodolfo para detener la debacle de un sistema comunista y el camino es convencer a los indecisos y abstencionistas para salvar a Colombia, de aquella en primer lugar y de que nos impongan la REFORMA TRIBUTARIA anunciada por Petro, para recaudar 50 billones, con lo cual la ola de protestas la imagino del tamaño de la misma reforma, si recordamos el malestar que generó la última de 18 billones. 

Si los colombianos estamos cansados de la corrupción, debiéramos mirar a Petro y el equipo asesor con Piedad Córdoba, Roy Barreras, Armando Benedetti, Gustavo Bolívar, los grandes capos de la corrupción política, los jefes guerrilleros reinsertados que acogió Santos, al mismo Santos y Samper. ¿En verdad creemos que Petro va a acabar la corrupción? 

Rodolfo ha rechazado la adhesión de los partidos sin excepciones y Petro los ha acogido con entusiasmo por lo que es fácil colegir que no tiene escrúpulos morales, no le pesan sus contradicciones y los tendrá en su gobierno; Rodolfo no los tendrá, pues los rechazó, y ello le da autoridad moral y coherencia a su discurso. 

Petro ha pasado a convertirse en el candidato del establecimiento en términos de su discurso, y los Petro-videos que han aparecido, son la prueba de su falta de escrúpulos, de que carece de dimensión moral, y en sana lógica, solo le falta el respaldo de Uribe y Duque, a los que tanto critica. No le temblaría la mano para pedir dichos respaldos, si olfateara que los podría conseguir. 

Ambos candidatos pregonan el cambio, pero la forma, la actitud, el talante moral no son coherentes en Petro con dicha propuesta, en tanto que Rodolfo ha cambiado hasta la forma de ganar adeptos sin conciliábulos o compromisos denigrantes, grosero sí, pero valiente y apegado a la verdad. 

Colombia está en juego y la esperanza de mantener la democracia, entonces, es…¡RODOLFO!

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