¿Proceso de nulidad del matrimonio católico gratuito?

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Por: Guillermo Mejía Mejía

Una de las más importantes decisiones del Papa Francisco fue la modificación del Código de Derecho Canónico en lo relacionado con el proceso de nulidad del matrimonio católico, un tema que muy pocos medios de comunicación abordan o por desinterés o por ignorancia pero que de ninguna manera deja de ser relevante en países de mayoría católica como Colombia. En un mundo habitado por 7.800 millones de personas el catolicismo representa el 16% de la población mundial, unos 1.248 millones. De allí la importancia de la decisión pontificia. 

Para los católicos practicantes el fracaso de un matrimonio, contraído dentro de las normas del derecho canónico, no deja de ser un conflicto personal y de fe muy complicado si se trata de contraer nuevas nupcias dentro de la misma Iglesia, a pesar de que nuestra legislación colombiana ya acepta la cesación de los efectos civiles de este tipo de matrimonio, válido según el concordato celebrado entre el gobierno y la Santa Sede. Aquí el problema no es legal, es de fe, de conciencia.  

Bien sabido es que la Iglesia Católica no acepta el divorcio como lo hacen otras religiones. Para el catolicismo el matrimonio es indisoluble y por lo tanto cuando se trata de un fracaso matrimonial entre parejas que lo contrajeron por este rito, lo que se analiza por los tribunales eclesiásticos es si ese matrimonio fue válido o tuvo vicios desde el comienzo. 

El proceso de nulidad del matrimonio católico está regido por las normas del Código de Derecho Canónico, cuya última versión fue la del Papa Juan Pablo II, promulgado el 25 de enero de 1.983 y esas normas, en cuanto a la nulidad del matrimonio católico se refiere, fueron las que modificó el Papa Francisco en el Motu Proprio Mitix Judes Dominus Jesus, Juez Misericordioso es el Señor Jesús, de fecha 15 de agosto de 2.015, cuyas principales decisiones fueron las siguientes: 

1. En adelante no se requiere una doble decisión conforme a la nulidad del matrimonio, para que las partes sean admitidas a nuevo matrimonio canónico, sino que es suficiente la certeza moral alcanzada por el primer juez. Lo anterior no significa que si la primera sentencia es desfavorable a alguna de las partes, esta pueda, si así lo desea, apelarla ante la Sede Metropolitana que es el tribunal de la cabeza de la provincia eclesiástica constituida por varias diócesis menores; 

2. El juez único siempre será el obispo titular de la diócesis o quien él delegue, que deberá ser un clérigo. El Papa Francisco hace énfasis en que tanto en las grandes como en las pequeñas diócesis, el obispo no deje completamente delegada la función judicial en materia matrimonial en los tribunales eclesiásticos, especialmente cuando se trate de los procesos más breves que se establecen para resolver los casos de nulidad evidentes; 

3. El Papa les advierte a las conferencias episcopales de cada país que deben respetar absolutamente el derecho de cada obispo titular de organizar la potestad judicial en la propia diócesis. Esta amonestación es muy importante porque los tribunales eclesiásticos ya no estarán en las grandes capitales, de donde eran sufragáneas las diócesis más pequeñas, sino que estarán en las propias sedes episcopales, lo que facilita enormemente la posibilidad de que el demandante de nulidad matrimonial no se tenga que desplazar a la capital;  

4. Y lo más importante para muchas personas que desean anular su matrimonio católico fracasado es que el Papa Francisco textualmente dice:  

Junto con la proximidad del juez, cuiden las Conferencias episcopales que, en cuanto sea posible, y salvada la justa y digna retribución de los operadores de los tribunales, se asegure la gratuidad de los procesos, para que la Iglesia, mostrándose a los fieles como madre generosa, en una materia tan estrechamente ligada a la salvación de las almas, manifieste el amor gratuito de Cristo, por el cual todos hemos sido salvados.” 

Es pues claro que el proceso de nulidad de un matrimonio católico no necesariamente tiene que ser gratuito, como lo han interpretado algunos medios, sino que en cada caso, de acuerdo con la capacidad económica del demandante, el obispo directamente o el presidente del tribunal eclesiástico delegado, de común acuerdo con las partes, fije unas costas justas que permitan el pago de las personas empleadas del Tribunal eclesiástico que son trabajadores a los que se les debe pagar salario y prestaciones sociales y de los gastos de papelería, comunicaciones, equipos, arrendamientos de locales, entre otros gastos inherentes a estas actividades eclesiásticas. 

La decisión del Papa Francisco de facilitar y abaratar la nulidad del matrimonio católico no es una invitación a propiciar la ruptura de los matrimonios sino de regresar al seno de la Iglesia a aquellos creyentes que tienen la necesidad de normalizar su situación frente a su fe y a su conciencia, ya porque han contraído nuevas nupcias por el derecho civil y quieren también regularizarse frente a su fe o que sin casarse por lo civil pretenden contraerlas por un nuevo matrimonio católico. Precisamente dentro del proceso de nulidad existe una figura que también interviene y es el defensor del vínculo, generalmente un sacerdote, que tratará hasta lo posible de defender la estabilidad matrimonial y examinará las causales que se invoquen por las partes. 

Es bueno que se sepa que la Iglesia Católica ha avanzado bastante en el análisis de las causales de nulidad matrimonial y ha aceptado con mucha mayor amplitud el apoyo de la ciencia, especialmente de la psiquiatría y de la sicología, cuando de examinar los vicios del consentimiento se trata, pues el matrimonio aparte de ser un contrato desde el punto de vista de la legislación civil, es un sacramento y las parejas deben tener muy claro, al momento de contraerlo, que ese consentimiento debe estar libre de cualquier coacción, inmadurez o desconocimiento de sus fines.  

Si bien la decisión del Papa Francisco de modificar el Código de Derecho Canónico en lo relacionado con las causas de nulidad matrimonial que se llevan a cabo en los tribunales eclesiásticos data del año 2.015, nuevamente los medios mundiales la han vuelto a tratar debido a que durante su discurso dado con ocasión de la inauguración del año judicial del Tribunal de la Rota romana a finales de enero pasado, nuevamente el Papa insistió en la brevedad y el abaratamiento de los procesos canónicos de nulidad matrimonial. 

Estos procesos ya no son ni costosos ni demorados porque las normas que los regían fueron modificadas por este Papa progresista y de vanguardia que ojalá no lo hagan renunciar algunos retrógrados enquistados en la curia vaticana. 

P.D. La propuesta de nuestro admirado Gardeazábal de que el Papa pague el rescate de la monja pastusa sor Gloria Cecilia Narváez, secuestrada por un grupo terrorista islámico en Malí, abriría las puertas para que miles de misioneros católicos que se encuentran en países islámicos también sean secuestrados y el vaticano tenga que salir a pagar cada uno de estos delitos.

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