Millonarios sacó del camino a Junior y va a la final de la Liga

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Ganó el juego de vuelta de la semifinal, este domingo en El Campín. 

Millonarios se aferró a la final y no se soltó ni por un instante. Jugó el partido de vuelta de la semifinal contra Junior con la decisión de los que realmente quieren la estrella. Todo fue concentración, orden, y esfuerzo, mucho esfuerzo.  Arremetió en los primeros 12 minutos, noqueó a su rival con dos goles contundentes de Fernando Uribe, lo tiró a la lona, y luego defendió con el alma azul esa ventaja, ganó 2-0 y subió otro escalón hacia el título. Se ilusiona, se la cree, se tiene confianza.

El equipo azul tomó una bocanada de aire muy rápido. Conjuró la presión de entradita. Junior apenas se asentaba en la cancha, recién se acomodaba en sus líneas, con una ventaja que tenía que defender a muerte, pero no, no lo hizo. Ditta puso la mano donde no se debe poner, allí donde se castiga. Penalti, nada que hacer, nada que protestar. Fernando Uribe, que aún ni entraba en el juego, acomodó la pelota y pateó lleno de tranquilidad, a un palo, Viera fue al otro, engaño total y festejo para Millonarios. Iban 3 minutos y la ventaja costeña, la de su victoria en la ida por 3-2, ya no existía. Ya era anécdota. 

Junior quedó de rodillas. Como un boxeador que al primer golpe le queda dando vueltas la cabeza, sin saber si se va poder levantar bien o con mareos. Pues se levantó mareado. No atinó a ver dónde andaba la pelota, no previó que nuevo golpe preparaba su rival.

Millonarios se dio cuenta de que en frente tenía un equipo atontado, así que lanzó el segundo golpe, un centro desde la derecha de Ómar Bertel, la pelota hizo el viaje perfecto al área donde Uribe esperaba otra vez, en estado de lucidez y de acrobacia, se lanzó al encuentro del balón, con una voleita rara pero letal, impactó y Viera solo vio pasar el destello directo a su red. 2-0. Y sí, apenas iban 12 minutos y el paso a la final para esos jugadores de Millonarios ya estaba en el bolsillo, no se la podían dejar sacar. Iban a dejar el alma por ella. 

Pero el partido no permitía un parpadeo. Se esperaba que Junior reaccionara en algún momento y pusiera la semifinal en el horno. Sobre todo cuando a los 23 minutos Millonarios perdió a un defensor por expulsión. Fue Bréiner Paz el que le hizo un toque sutil a Carmelo Valencia, tan sutil que el árbitro Jorge Tabares casi no resuelve mirando la jugada en el VAR. Finalmente sacó la roja. Paz, afuera. Así que Millonarios tenía en el global un gol de más y un hombre de menos en la cancha. 

El daño colateral fue para Daniel Ruiz, al que le tocó irse sacrificado para que entrara Juan García y Millonarios pudiera reorganizar su defensa. Ya no se trataba de pelear arriba sino de morder atrás. Junior se lanzó al ataque, consciente de que todo su plan había cambiado, de que ya no tenía ventaja y de que ahora tenía que luchar por el empate en el marcador global. Sin embargo, remató el primer tiempo errático, confundido, como un tiburón desorientado. El boxeador no se había levantado.

Junior inició el segundo tiempo con el control, como era normal, pero sin agredir. Tocaba de derecha a izquierda y de izquierda a derecha mirando a ver por dónde le entraba a la defensa de Millonarios, que estaba acorazada. Entonces optó por la media distancia, y fue así que lo intentaron Hinestroza, Cetré, Piedrahita, Didier Moreno, y más de una vez esos remates tuvieron un antimisiles efectivo, el portero Christian Vargas, otro protagonista de esta clasificación. 

Millonarios mantuvo el orden y el sacrificio hasta el final. Cada jugador se esmeró en suplir el hombre de menos. Se redujeron los espacios. Y sus contragolpes fueron de mucho peligro. Así se fue extinguiendo el tiempo, en medio del desespero y la impotencia de un tiburón sin dientes. 

El partido terminó con la angustia de un Junior que peleó todo el partido contra sí mismo (y contra sus rivales), y un Millonarios que no quería bromas del destino, que no quería poner en riesgo todo su esfuerzo, su plan, su orden. 

El pitazo final fue dulce en los oídos de los jugadores de Millonarios, que con los brazos en alto celebraron una clasificación sufrida y peleada. Subieron el otro escalón y se acercan a su anhelada estrella. 

Tomado de: Pablo Romero – El Tiempo

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