Los ambientalistas exageran

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Por: Misael Cadavid Jaramillo

El ortodoxismo ambientalista sin lugar a dudas ha generado pánico en las últimas cinco décadas, sus propósitos son variopintos y se mueven desde el espectro altruista de un mundo más armónico con la naturaleza hasta el politico, ese que siempre deja grandes réditos al alcanzar el poder y todo lo que ello representa. 

El cambio climático ha estado inmerso en las agendas gubernamentales y de los movimientos activistas, atribuido básicamente a la actividad minero energética extractiva. Ahora bien, ¿realmente estaríamos mejor si dejáramos de utilizar los combustibles fósiles? 

Difícil respuesta. Es que, aunque las formas que utilizan los movimientos extremos ambientalistas como por ejemplo destruir obras de arte de importantes museos a nivel mundial, lanzándoles cremas de tomate sin reprochables, peor todavía es el cambio que le están pidiendo al planeta. 

Es que lo que provocaría una catástrofe humanitaria no es una mayor producción de petróleo, sino precisamente lo contrario. 

Quien analizó y explicó este tema en profundidad fue el escritor Alex Epstein en su obra La cuestión moral de los combustibles fósiles. Allí se expone, entre otras cosas, que el aumento en el consumo de combustibles fósiles a lo largo de las últimas décadas es lo que explica la mejora de las condiciones de vida de gran parte del planeta.  

Según los datos aportados por Epstein, entre 1980 y 2012, en los Estados Unidos aumentó un 8%el consumo de petróleo, un 28% el consumo de gas natural y un 12% el consumo de carbón; en ese mismo lapso, el PIB per cápita del país (medido en dólares) se multiplicó por cuatro. 

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Por supuesto, es aún más impresionante cuando este análisis se aplica a países como China o India. Entre el año 1980 y el 2021, la cifra de consumo de petróleo se multiplico por 9 y en el mismo período el PIB per cápita de China aumentó un impresionante 2.500%. 

En el caso de la India, mientras el consumo de petróleo se multiplicó por 8, el producto bruto per cápita aumentó 450%. 

Más energía es más producción y esto trae consigo un desplome de los niveles de pobreza, concluye Alex Epstein. 

Y es que la relación entre una cosa y otra es fácil de ver. Un mayor uso de combustibles fósiles permite un mejor uso de las máquinas que sirven para mejorar las condiciones de vida de la población. 

Los combustibles fósiles, que constituyen el 80% de la energía que consume el mundo entero, permiten que funcionen los tractores en los campos, que los aviones, camiones y barcos trasladen alimentos, tecnología, insumos, medicamentos, etcétera a cualquier lugar del mundo, que los hospitales tengan energía eléctrica y ambulancias para salvar vidas  y que los laboratorios médicos pueden desarrollar vacunas y medicamentos, todo lo cual, ha mejorado increíblemente la vida humana en el último siglo. 

¿Cómo es posible que se diga que los hidrocarburos serán responsables de hambrunas, sequías, heladas y otras catástrofes relacionadas cuando esto está en franca contradicción con los datos de la realidad? 

El libro de Epstein también cita un largo número de expertos que vienen pronosticando un apocalipsis climático que nunca termina de llegar. 

¡¡Incumplidos los Mayas y ellos!! 

Entre las predicciones más destacadas están las de El Club de Roma, que en 1972 anticipó que nos íbamos a quedar sin petróleo para 1992 y sin gas natural para 1993. ¿Ocurrió? 

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En 1973, el prestigioso ambientalista Paul Ehrlich pronosticó que “para el año 2000, el Reino Unido solo será un pequeño grupo de islas empobrecidas”. ¿Ocurrió? 

En 1962 los científicos predijeron «que el calentamiento más probable al duplicar las emisiones de CO₂ estará cerca de 3℃». ¿Ocurrió? 

En 1970 se decía que habría una edad de hielo para el año 2000. ¿Ocurrió? 

En 1970: “Racionamiento de agua en 1974 y de alimentos en 1980. ¿Ocurrió? 

En 1971 pronosticaban “Nueva edad de hielo en 2020”. ¿Ocurrió? 

En 1974 saldría este titular en el NY Times: “Satélites espaciales muestran que la nueva edad de hielo se acerca”. ¿Ocurrió? 

Llevamos 50 años de erróneas predicciones de los ortodoxos ambientalistas extremos. 

¿Pero cómo pueden errar tanto los supuestos “expertos del clima”? 

Tal vez tenga que ver con lo que confesó en 1996 Stephen Schneider, un climatólogo de Stanford, quien sostenía que lo importante para el activismo del clima era “conseguir una buena presencia en los medios”, con lo cual “tenemos que presentar escenarios aterradores y apocalípticos, hacer afirmaciones simplificadas y contundentes que generen gran pánico en la gente y hacer escasa mención a las dudas que podamos tener”. 

La cuestión moral de los combustibles fósiles es todo lo contrario en este sentido, según Epstein, explica de forma transparente y directa que su estándar de valor es la vida humana, y que su diferencia fundamental con gran parte del ambientalismo es que, para ellos, el estándar de valor es la ausencia de impacto humano sobre el planeta. El problema es que una versión extrema de esta idea nos llevaría a pensar que terminar con la especie humana es algo deseable, producto de todo lo bien que le irá al planeta sin nosotros. 

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Concluyendo. En el mejor de los casos, el ambientalismo ortodoxo y recalcitrante con fines políticos, es un movimiento que exagera los costos y riesgos que genera la producción y el consumo de hidrocarburos, pero desconoce abierta y deliberadamente todos sus beneficios. En el peor, es un movimiento directamente antihumano que, al oponerse a la producción de petróleo, carbón y gas, se opone a prácticamente todos los logros de nuestra civilización. 

Proteger nuestro planeta es tan sencillo como no utilizar el celular todo el día para ver o escribir bobadas, ¡posiblemente como está!

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