La Gestión de Riesgo de Desastres no puede ser una moda mediática

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Por : Misael Cadavid

El Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres es el documento marco implementado para los lustros 2015-2030 , se adoptó en la tercera Conferencia Mundial de las Naciones Unidas celebrada en Sendai (Japón) el 18 de marzo de 2015,con el apoyo de la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres, a petición de la Asamblea General de las Naciones Unidas.

El Marco de Sendai es el instrumento sucesor del Marco de Acción de Hyogo para 2005-2015.

El Marco de Acción de Hyogo se concibió para dar un mayor impulso a la labor mundial en relación con el Marco Internacional de Acción del Decenio Internacional para la Reducción de los Desastres Naturales de 1989 y la Estrategia de Yokohama para un Mundo Más Seguro.

El Marco de Sendai presenta una serie de innovaciones las más importantes son el marcado énfasis puesto en la gestión del riesgo de desastres,la definición de siete objetivos mundiales, la reducción del riesgo de desastres como resultado esperado, un objetivo centrado en evitar que se produzcan nuevos riesgos, la reducción del riesgo existente y reforzar la resiliencia, así como un conjunto de principios rectores, incluida la responsabilidad primordial de los Estados de prevenir y reducir el riesgo de desastres, y la participación de toda la sociedad y todas las instituciones del Estado. 

Además, el alcance de la reducción del riesgo de desastres se ha ampliado considerablemente para centrarse tanto en las amenazas naturales como de origen humano, así como en las amenazas y los riesgos ambientales, tecnológicos y biológicos conexos.

Al igual que muchos países en América Latina, Colombia enfrenta grandes retos que amenazan seriamente su desarrollo. Factores como el desplazamiento de población de las zonas rurales a las zonas urbanas, la degradación ambiental y el cambio acelerado del uso del suelo amplifican dichos retos. 

Estas condiciones socio – económicas, aunadas a la propensión del país a la ocurrencia de fenómenos naturales, tales como sismos, inundaciones y deslizamientos, entre otros, exacerbados por las acciones humanas y las condiciones variantes del clima, confirman un proceso continuo de construcción y acumulación de riesgos. 

La materialización de estos riesgos en desastres, afectan el desarrollo del país e impiden y retrasan el logro de las metas de bienestar social trazadas por los Gobiernos.

Es por esto que muchos países del mundo estudian elevar a rango ministerial la gestión de riesgos de desastres y el cambio climático, esto debe ser un imperativo pues se le daría un alcance de trascendencia a través de políticas públicas y documentos conpes para enfrentar el cambio climático y sus manifestaciones, en especial las asociadas con inundaciones y sequías.

Pensar implementar políticas públicas para mejorar la gestión de los desastres integrando el conocimiento científico y ancestral, apoyar a los municipios para que puedan planificar y ordenar el territorio alrededor del agua y de gestión de riesgos,no puede ser una moda pasajera cuando se avecinan grandes catástrofes.

Indiscutiblemente se debe hacer un viraje del modelo de gestión actual que se ha basado en destinar recursos para atender las necesidades de la población en situaciones de emergencias y en la ejecución de obras civiles de mitigación de riesgos ha fortalecer desde el punto de vista técnico científico y financiero el conocimiento del riesgo.

Esta estrategia no ha logrado reducir la cantidad de emergencias anuales y el balance neto de población en condición de riesgos tiende a aumentar.

En el país se reportan en promedio 300 emergencias mensuales relacionadas con el cambio climático,12 millones de personas viven en áreas de alto riesgo de inundaciones,15 millones son susceptibles de padecer las inclemencias de los movimientos en masa o deslizamientos y la gran mayoría del territorio nacional es de alta vulnerabilidad sísmica.

Y mas allá de lo que salta a la vista,el país hoy tiene vulnerabilidades y riesgos acumulados que podrían cristalizarse en crisis como epidemias,terremotos ,inundaciones,incendios forestales ,movimientos en masa,vendavales ,huracanes,erupciones volcánicas, etcétera,etcétera.

Uno de los principales efectos del cambio climático es una mayor frecuencia de las lluvias fuertes de corta duración,lo cual implica una mayor propensión a movimientos en masa o deslizamientos de tierra , las crecientes súbitas y las avenidas torrenciales. Pero la tasa anual de emergencias no se puede explicar solo por esas lluvias fuertes y otros fenómenos naturales, sino y en mayor medida, por la construcción social de vulnerabilidades, la pobreza, las desigualdades y la falta de gobernanza del riesgo,es decir por la mala planificación territorial tanto rural como urbana.

Debido a esto,los desastres climáticos no golpean a todos por igual: Las sequías, las inundaciones y los deslizamientos afectan en mayor medida a los municipios y comunidades más pobres, arruinan la economía, la seguridad alimentaria y el acceso a agua potable.

El crecimiento de la población, la concentración urbana y el costo excesivo del suelo de calidad, son los factores que empujan a los pobres a construir en zonas subnormales en donde precisamente se vuelven vulnerables a los eventos naturales.

Hacer gestión del riesgo de desastres y reducir la pobreza requieren políticas y acciones contundentes por parte del establecimiento para salvar miles de vidas que se pierden cada año por la decidía institucional.

La gestión de riesgos de desastres no se puede convertir en un botín político. 

Los recursos financieros se han orientado a la atencion de las emergencias y muy poco al conocimiento y la reducción de riesgos, que son los procesos que permiten evitar el impacto humano y la enorme carga fiscal de los desastres.

En el gobierno anterior  se destinaron recursos superiores a 4 billones de pesos en desastres, de los cuales el 80% se destinaron a la respuesta a emergencias; es decir de cada 100 pesos se destinaron 80 a la atención de las emergencias y 20 pesos al conocimiento del riesgo y a la mitigación del mismo a través de obras civiles y otras modalidades,como sistemas de alerta temprana para evitar las catástrofes, este guarismo debe invertirse ,prevenir es mejor que curar,cómo en la salud y a esto se le suman las denuncias de presuntos desvíos de los recursos millonarios y de fácil ejecución a través de declaratorias de emergencias manifiestas y calamidad pública,lo que facilita contrataciones directas con poco control fiscal  ni veeduría social,lo que abre la oportunidad para convertir las emergencias y las crisis humanitarias en oportunidades de saqueo.

Definitivamente Ordenamiento territorial, es la principal estrategia para evitar los riesgos,hoy el 85% de los municipios del país no han actualizado sus Planes de Ordenamiento Territorial. La mayoría de los municipios no cuentan con capacidades para generar información sobre las amenazas, y carecen de criterios para asignar suelos de expansión, dos graves dificultades para algunas zonas del país que pasan por un crecimiento poblacional descontrolado. 

La falta de participación social y apropiación cultural de la gestión de riesgos ha sido otro talón de Aquiles.Normalmente todo se  ha limitado al cubrimiento noticioso de la atención de los desastres y pone en evidencia que sigue sin entenderse la relación del desastre con las causas reales de los riesgos y sus dinámicas sociales. Es por esto muy plausible a ejemplo ilustrador y ojalá que lo copien todas las corporaciones autónomas regionales, como el Area Metropolitana del Valle del Aburra ( AMVA ) promueve  la formación de las Juntas de Acción Comunal en gestión de riesgos y realiza campañas informativas,fomenta la creación de semilleros de niños y jóvenes en protección del medio ambiente y gestión de riesgo,grupos CUIDA y mitiga los riesgos detectados por la comunidad a través de intervenciones con obras de ingeniería civil ;esta ha sido una entidad clave y comprometida con la cultura de la gestión de riesgos y la adaptación al cambio climático. 

El nuevo gobierno ha dado señales de priorizar la gestión de riesgo, más aún con el inclemente fenómeno de la niña que se avecina para los próximos meses, descentralizar responsabilidades sin recursos no puede convertirse en el común denominador de las decisiones centralistas.Los últimos gobiernos  no hicieron esfuerzos para desarrollar la autonomía y las capacidades territoriales de gestión de riesgos y se fomentó dependencia de los recursos del Fondo Nacional de Gestión de Riesgos. El Sistema Nacional de Gestión del Riesgo se volvió vertical y centralista con poca participación de los actores, públicos,privados y comunitarios, es el

momento histórico de que los entes territoriales municipales y departamentales apropien recursos propios pero también que el estado transfiera los recursos suficientes para para fortalecer los fondos municipales y departamentales para la gestión del riesgo de desastres.

La Gestión de Riesgo de Desastres es un todo,es holística,es transversal a políticas públicas sociales y económicas,su evaluación debe ser idónea, rigurosa, estandarizada y robusta,debe ser una política pública bien definida pensando en el ordenamiento territorial, la protección financiera y la viabilización de los proyectos de inversión de gestión del riesgo y muy importante acompañar los municipios en las herramientas para mapear sus vulnerabilidades y acompañarlos financieramente en las obras de mitigación.

La reformulación de recomendaciones estratégicas a corto y largo plazo, que contribuyan a reducir la afectación de la población y el impacto económico de los desastres debe ser una prioridad gubernamental y realizada en consenso entre todos los actores del sistema.

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