La campaña de Fico Gutiérrez

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Por: Orlando Arenas Tamayo

El trabajo que adelanta Federico Gutiérrez FICO, exalcalde de Medellín, “es de filigrana, de cara a la comunidad y pensando siempre desde los problemas del país”, se afirma en una columna de Juan Paz, el buen periodista paisa publicada el 8 de agosto, tomando textualmente, las declaraciones del personaje.              

De Gustavo Petro decimos que ya mostró que es buen senador y un mal administrador, mientras que de Fico solo podemos afirmar que ya fue alcalde con balance social mediocre, sin disminución significativa de la pobreza y con aumentos graves en materia de inseguridad. Se le reconocen iniciativas importantes como la del aire limpio al iniciar la implementación del parque automovilístico eléctrico, la ampliación y construcción de nuevas ciclo rutas y algún esfuerzo por la cobertura educativa en la básica primaria, pero afectó la movilidad llenando de materas las vías, de cámaras de foto multas para enriquecer a terceros concesionarios del tránsito y alegando que no le importaba la plata sino la vida de sus conciudadanos, como si los medellinenses fueran estúpidos. Su bandera fue la seguridad de la ciudad, programa que fracasó, la capital paisa se vio afectada por diversos problemas en esta materia y su Secretario de Seguridad fue llevado a la cárcel acusado de mantener nexos con las bandas organizadas de la ciudad.  El balance de la gestión no es satisfactorio y esta afirmación puede verificarse contrastando las cifras de Planeación Nacional durante el tiempo de su mandato y confirmar que se rajó en todos los ejes estratégicos de su programa.  

Lo más grave, al final de su mandato, fue su terquedad en defender al candidato Santiago Gómez, para seguir siendo alcalde por ante su secretario, en una actitud desvergonzada y abiertamente parcializada en contra de otros candidatos. Mostró el cobre sin reflexionar en que la opinión lo distinguía como una esperanza, pero pensó que el mundo se le acababa sino imponía el triunfo de Gómez y malgastó sumas importantes del presupuesto de Medellín en promover su campaña, haciendo renunciar a sus funcionarios para que se pusieran al servicio de la misma y coordinó todas sus visitas a las comunas prácticamente con la agenda de visitas del candidato. La sociedad le cobró y Gómez fue un fiasco político, como sanción social por haberse prestado para que el gobierno de Medellín cayera en manos de secretos o muy raros intereses capitalinos y en contra de la ciudad con el triunfo de Daniel Quintero.  

Defiende como es lógico la protesta pacífica y califica de terrorismo urbano lo que viene sucediendo en el país, acusando a la izquierda de esta estrategia, en una evidente maniobra para tratar de granjearse el respaldo del centro, al que pertenece, aunque haya impedido su triunfo. Se refiere a la pobreza que abruma a los colombianos y afirma que entre todos tenemos que cambiar esto, otra simple frase de cajón para, al final, dejar la sensación de engaño y mentiras que es lo usual en la “democracia” colombiana.        

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