Columnistas
La acreditación de alta calidad de la Universidad de Medellín

Por: Guillermo Mejía
“Es imposible que una misma cosa sea y no sea al mismo tiempo” Aristóteles, Libro Undécimo de la Metafísica.
El 20 de agosto de 2.019, el Ministerio de Educación Nacional, luego de practicar una visita a la Universidad de Medellín, elaboró un informe de nueve páginas sobre el proceso de graduación del senador Julián Bedoya en el cual se concluye que tardó 17 años en culminar estudios y que tuvo dos retiros por sanción cuando cursó el segundo año de derecho entre diciembre de 2002 y diciembre de 2003. La investigación agrega que dichas sanciones le fueron amnistiadas y así pudo continuar sus estudios hasta diciembre de 2007 cuando nuevamente se retiró pues pidió la cancelación de su matrícula.
Volvió a matricularse en enero de 2008 y también pidió su cancelación en octubre del mismo año.
Nueve años más tarde, en octubre de 2.018, la Universidad le acepta otro reingreso y permanece como estudiante activo hasta febrero de 2.019.
En el documento del Ministerio de Educación se afirma que se pudo constatar que el pensum académico al que se acogió el senador para culminar sus estudios fue el que se aprobó en 1.997, cuando ya existía en la institución uno distinto aprobado en 2.015, y su último ingreso había sido en el 2.018 y por ello era indispensable que el graduando cumpliera con el requisito de una segunda lengua y un curso de protocolo empresarial que al parecer no logró. Según la misma indagación, el senador presentó pruebas de suficiencia, tres el 26 de octubre, otras tres el 23 de noviembre de 2.018 y dos el 22 de enero de 2.019. Eso en cuanto a las pruebas de suficiencia. Pero resulta que el mismo 23 de noviembre de 2.018, presentó tres exámenes preparatorios o sea tres de suficiencia y tres preparatorios en un mismo día.
La auditoría del MEN advierte que “existen indicios que permiten concluir que presuntamente la Universidad de Medellín otorgó en febrero de 2.019 el título de abogado al señor Julián Bedoya Pulgarín sin el cumplimiento de los requisitos exigidos en las normas internas”.
De esta misma instrucción se desprenden investigaciones que cursan en Procuraduría, Consejo Nacional de Control Ético del Partido Liberal y Corte Suprema de Justicia, procesos de los cuales los medios de comunicación se han ocupado profusamente
Lo anterior significa que el MEN conoce hasta la saciedad el proceso de graduación del senador Julián Bedoya por parte de la Universidad de Medellín y por eso es inexplicable que haya expedido la resolución 007470 del 30 de abril de 2.021, por medio de la cual se renueva la acreditación del alta calidad de dicha institución.
El informe de la comisión investigadora del Ministerio termina con esta advertencia.
“Finalmente, considerando la incidencia de las situaciones advertidas en este informe, en los tramites que adelanta la Universidad respecto de la evaluación de condiciones de calidad para el otorgamiento de registro calificado del programa de derecho y acreditación de alta calidad, se recomienda dar traslado del presente informe y sus anexos a la Subdirección de Aseguramiento de la Calidad para la Educación Superior el Consejo Nacional de Acreditación CNA, respectivamente.”
Algo grave está ocurriendo en el interior de la UdeM y en la resolución del MEN lo que se hace es un reconocimiento, pletórico de ditirambos, a unas actividades, que si tuvieran un sustrato decente, desde luego sí lo merecían.
Una institución no puede ser al mismo tiempo de mala calidad, porque otorgar títulos torticeros es pésima calidad y, al mismo tiempo, de Alta Calidad porque el órgano del Estado, que la debe vigilar, se tapa los ojos, desconoce sus propias conclusiones en materia de investigación y le otorga un título de calidad totalmente contrario a la evidencia de los hechos. Algo se movió por Bogotá.
César Augusto Betancourt Restrepo
15 MIL RAZONES PARA MARCHAR YA

Por: César Augusto Betancourt Restrepo
- La falta de acción de la oposición colombiana será la gasolina que utilice Petro para seguir manteniendo el bote a flote pese a los escándalos que rodean al mandatario y su círculo cercano.
Napoleón Bonaparte frenó su avance contra Wellington a causa de las lluvias que habían embarrado el terreno; el emperador auspició una mejora en el clima para poder avanzar con efectividad, pero esto no ocurrió. Esta demora fue el tiempo que necesitó Gran Bretaña para reunirse con el ejército prusiano, y juntos, derrotar a las fuerzas napoleónicas. En Waterloo se selló el destino del otrora caudillo francés.
Dice el adagio popular que lo único que no se recupera es el tiempo perdido. Napoleón podría dar cátedra del tema.
En Colombia estamos siendo testigos de un escándalo de magnitudes dantescas. Reformas que destruyen nuestra economía, niñeragate, corrupción, proceso 15mil, acusaciones de consumo de drogas en altos funcionarios del Gobierno (posiblemente el mismo presidente), intimidaciones a la prensa, ataques sistemáticos al equilibrio de poderes, arremetida terrorista contra el pueblo y la lista sigue. Mientras esto ocurre, el liderazgo de la oposición se diluye entre la espera desesperante y la desesperanza de no ver luz al final del túnel en los próximos años.
Los levantamientos populares tienen que ser liderados para no caer en el caos ni la anarquía, pero a su vez se alimentan de la espontaneidad y el calor del momento; la indignación se debe aprovechar, no para hacer marchas inocuas de dos horas los domingos, sino para estar permanentemente en la calle, exigiendo que se corrija el camino, que renuncie determinado mandatario o para instaurar una reforma en particular.
Desaprovechar el momento es lo mismo que firmar una rendición anticipada… y sin dar batalla. No se necesitan jornadas de pegatones de miroperforados en Juanbe, ni semanas de planeación; una ruta, un liderazgo claro, una consigna concreta y la euforia del momento ¡No es más!
Lo ocurrido en Colombia ya habría provocado la dimisión del Primer Ministro de Inglaterra, la renuncia del presidente de Francia o multitudinarias marchas en Estados Unidos. Por menos ya habrían guillotinando a Iván Duque si aún fuese presidente.
¿Esperar qué?
Columnistas
La izquierda trae pobreza

Por: Luis Gabriel Gómez, diputado de Antioquia
La izquierda trae pobreza: que lo digan los venezolanos, los argentinos, cubanos y nicaragüenses. No podemos permitir que la izquierda siniestra se consolide en nuestro país.
La izquierda, con su discurso de igualdad y justicia social, ha logrado captar la atención de muchos ciudadanos que anhelan un cambio en la estructura política y económica de sus países. Sin embargo, es fundamental analizar los resultados y las consecuencias de las políticas de izquierda en naciones como Venezuela, Argentina, Cuba y Nicaragua. Estos países, que han experimentado la consolidación de este tipo de gobiernos, han sido testigos del deterioro económico y la creciente pobreza que han dejado a su paso.
Comencemos por Venezuela, una nación que alguna vez fue la más próspera y rica de América Latina. Hoy, bajo el régimen chavista y su sucesor, Nicolás Maduro, el país se encuentra sumido en una profunda crisis económica y social. La falta de respeto por los principios democráticos y la excesiva intervención del Estado en la economía han llevado a una hiperinflación descontrolada, escasez de alimentos y medicinas, así como a una creciente migración de venezolanos que buscan desesperadamente una mejor calidad de vida en otros países.
Argentina, por su parte, ha sido víctima de una sucesión de gobiernos de izquierda que han prometido un modelo económico más igualitario. Sin embargo, la realidad es que las políticas populistas y la falta de responsabilidad fiscal han llevado al país a una recurrente crisis económica. La inflación descontrolada, la devaluación de la moneda y la falta de confianza de los inversionistas han generado un estancamiento económico que afecta directamente a los argentinos, especialmente a los sectores más vulnerables de la sociedad.
Cuba, un caso emblemático de socialismo en América Latina, ha mantenido un régimen de partido único por décadas. Bajo la fachada de equidad social, el pueblo cubano ha sufrido las consecuencias de una economía estancada y una falta de libertades básicas. La falta de incentivos para la inversión y la ausencia de una economía de mercado han llevado a una situación de pobreza generalizada, donde los ciudadanos luchan diariamente para satisfacer sus necesidades más básicas.
Nicaragua, en los últimos años, ha experimentado una escalada autoritaria bajo el gobierno de Daniel Ortega y su partido el Frente Sandinista de Liberación Nacional. La represión política, la violación de los derechos humanos y la manipulación de las instituciones democráticas han sumido al país en una profunda crisis. La economía se ha debilitado, el desempleo ha aumentado y la pobreza ha afectado a una gran parte de la población nicaragüense.
Ante estos ejemplos concretos, es imprescindible reflexionar sobre las consecuencias de permitir que la izquierda siniestra se consolide en nuestro país. No podemos permitir que las promesas vacías de igualdad terminen en una realidad de pobreza y restricciones a nuestras libertades fundamentales. Debemos ser conscientes de los riesgos y elegir líderes comprometidos con el desarrollo económico y el orden social.
Aldrin Garcia Balvin
¡Una Fumada Regulada, Mis Amigos! Pero Cuidado con los Efectos Secundarios…

Por: Aldrin García Balvin
Desde mi experiencia como estudioso del tema, que me llevó a conocer de cerca los efectos y vivir la pesadilla que conlleva en mi propia familia, me veo en la obligación de expresar mi posición contraria a la posible legalización del consumo recreativo de cannabis en Colombia. Sin embargo, no puedo evitar hacerlo con un toque picaresco y algo de humor, porque a veces hay que ver el lado divertido de las cosas.
Resulta que la Comisión Primera del Senado ha dado un importante paso hacia la regulación de la marihuana para uso adulto. Y aunque algunos están entusiasmados con la idea de liberar el humo verde en nuestras tierras, permítanme ser el aguafiestas temporal y plantear algunas dudas.
Claro, entiendo que hay argumentos a favor de la legalización. Algunos dicen que es hora de avanzar hacia una nueva política de drogas, alejada del prohibicionismo y enmarcada en un modelo de regulación. Pero, amigos míos, ¿qué pasará con nuestra juventud? ¿Estamos preparados para afrontar los efectos secundarios que esta decisión podría traer consigo?
Ahora bien, mientras algunos esperan ansiosamente el aroma del humo verde, me pregunto si debemos abandonar por completo nuestra tradición cafetera representada por el emblemático Juan Valdez. ¿Acaso queremos verlo rodeado de plantas de cannabis en lugar de cafetales? ¡Imaginen el dilema de nuestro querido Juan!
Claro, habrá quienes argumenten que el consumo recreativo de cannabis no es tan perjudicial como se cree. Y sí, hay estudios que respaldan esa afirmación. Pero también debemos tener en cuenta los posibles efectos en la salud física y mental de las personas, especialmente en aquellos cuyos cerebros aún están en pleno desarrollo.
Ahora, no vayamos a pensar que la legalización de la marihuana va a convertirnos en un país lleno de fumadores compulsivos. Pero debemos ser realistas y reconocer que existe el riesgo de que el acceso se facilite y de que algunos caigan en un consumo problemático y adictivo.
Quizás en lugar de apresurarnos en tomar una decisión, deberíamos centrarnos en fortalecer los programas de prevención, educación y tratamiento relacionados con el consumo de drogas. No digo que debamos negar el humo verde por completo, pero sí que debemos ser cautelosos y considerar todas las perspectivas antes de dar ese paso.
Como ciudadanos responsables, debemos analizar los posibles beneficios y riesgos asociados a la legalización del consumo recreativo de cannabis en Colombia. No podemos dejarnos llevar solo por la emoción del momento. A veces, una risa picaresca no viene mal para relajar la tensión, pero recordemos que estamos hablando de un asunto serio.
Desde mi conocimiento y experiencia en el tema, me permito expresar mi desacuerdo y no recomendar la aprobación de esta medida. Debemos ser conscientes de las implicaciones y proteger el bienestar de nuestra sociedad, especialmente de nuestros jóvenes. Y si al final se aprueba, ¡al menos espero que no nos convirtamos en un país de «fumadores crónicos»!
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