Joven no es contratada, por sonreír de más durante la entrevista

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“Sonreíste demasiado en la entrevista, no es muy profesional”; los motivos por los que no le dieron trabajo.

Joven no es contratada, por sonreír de más durante la entrevista 

Manuela Fernández (26) se postuló para un cargo y la respuesta de la empresa se hizo viral. “Seguiré siendo yo, no voy a aparentar otra personalidad por un puesto laboral”.

Todavía no sale de su asombro ni de su indignación Manuela Fernández Jaime, la joven de 26 años licenciada en relaciones de trabajo, después de enterarse los motivos por los cuales no fue elegida para un puesto de selección de personal de una empresa de recursos humanos ubicada en la Ciudad de Buenos Aires, para el cual se había postulado.

«Nos pareció interesante tu currículum y lo que tenés para aportar, pero sonreíste demasiado, te reíste, fuiste muy simpática y no nos parece muy profesional una persona que se sonríe en toda la entrevista y creemos que puede afectar al desempeño de tu carrera en el futuro. Es sólo un consejo… ser extrovertido a veces denota falta de compromiso«.

Esta es la respuesta que Manuela recibió por mail el viernes último desde el área de personal de la compañía cuyo nombre prefiere preservar. «Leí el mail varias veces y no podía creer lo que decía. De hecho, por si yo estaba bloqueada o aturdida, se lo envié a una amiga, que me terminó diciendo lo que yo comprendía desde el vamos, que me rechazaban por ser simpática, buena onda«, expresa la licenciada, que vive en Merlo, provincia de Buenos Aires.

«No voy a cambiar mi personalidad ni a dejar de ser empática por un puesto de trabajo», afirma Manuela Fernández.

La entrevista por Zoom la tuvo hace tres semanas, luego de un anuncio que ella encontró en la red Linkedin. «Después de coordinar una entrevista, hablé con Marcelo, el reclutador de personal, un señor amable, de unos 45-50 años, que en ningún momento en la charla, que duró 15 minutos, me hizo alguna referencia a mi supuesta risa o estilo extrovertido​ -cuenta Manuela-. De hecho él sonreía y hacía alguna que otra broma como para romper el hielo, actitud que me parecía correcta».

Lo paradójico es que Manuela se postuló para el mismo trabajo desde donde la empresa le bajó el pulgar. «Evidentemente tenemos dos maneras opuestas de entender el trabajo. Yo ejerzo de manera free-lance como seleccionadora de personal y cuando hago las entrevistas procuro crear un clima afable para que el candidato se relaje y la conversación pueda fluir. No entiendo por qué hay que imponer cierto rigor para darle seriedad a una entrevista. ​¿Será porque los profesionales no se ríen?», ironiza.

Recuerda «perfectamente» cómo se desarrolló la charla laboral y «en ningún momento me comporté de manera desubicada, riéndome con desenfreno como una loca, porque no me sale, no soy así, conozco algo de este universo… Sí me recuerdo con una expresión relajada y una sonrisa cordial, como soy yo». 

El mail que recibió Manuela Fernández, en el que le avisan por qué no quedaba seleccionada: «Te reíste mucho, no es profesional, denota falta de compromiso».

Entre la perplejidad y el enojo, cuenta Manuela que estuvo a punto de responder pero se contuvo y luego borró el mail de la empresa.

Pero antes, dice, «tuve un instante de lucidez y lo publiqué en Linkedin, sin imaginar que en menos de 24 horas tendría medio millón de visualizaciones, más de 7.000 likes y 2.500 comentarios».

«Lo mío fue un impulso, un acto de impotencia, sin imaginar que iba a tener semejante repercusión», agrega. Fue tal el eco, que la empresa donde se postuló la joven borró todas sus redes sociales, «se los tragó la tierra, supongo que habrán tenido temor al escrache«.

Sin embargo, no hay mal que por bien no venga. Entre tantas reacciones que generó el posteo de Manuela, le surgieron cinco entrevistas para el área de recursos humanos que tendrá esta semana. «Nos gusta tu perfil, que seas fresca, simpática y decidida. Das con la personalidad que estamos buscando para nuestra empresa. Comuniquémonos por privado», le comentaba una internauta. Y empezaron a lloverle propuestas y una frase que se repetía por decenas: «En nuestra empresa te queremos conocer«. Aquella impotencia mutó por ilusión.

Con información de Clarín 
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