Por: Gustavo Álvarez Gardeazábal
El alcalde de Bogotá, Carlos Fernando Galán, resultó verraquito. En un video que circula por redes en toda Colombia hace un balance clarísimo y contundente de lo que puede pasarle a casi 4 millones de habitantes de Bogotá donde las 3 más grandes EPS desaparezcan, como lo pretende a toda costa, y desde hace meses, el gobierno Petro.
Galán dice sin exagerar que el gobierno libra una batalla para suprimir las EPS y dejar todo en manos de una sola, la Nueva EPS, donde es mayoría el capital estatal. Si esa ambición política, ideológica o vengativa (vaya uno a saber que motiva realmente al gobernante) se consolida y sale adelante en el Congreso, 3 millones 700 mil bogotanos se verían a gatas para la prestación del servicio de salud porque ellos están afiliados a Compensar (1.6 millones) Colsánitas (1.6 millones) y Sura (472.000).
Y se verían a gatas porque a todos los trasladarían a la Nueva EPS que solo maneja 545.000 afiliados y no tiene infraestructura para asumir todos los que hoy mal que bien gozan de la protección de las otras EPS.
Galán repica que las intenciones gubernamentales no pueden llegar a poner en riesgo la vida de tantos millones de colombianos y se para en la raya, sin insultar a nadie, pero con verraquera, para hacernos ver a los colombianos que las pretensiones del gobernante pueden ser atajadas.
Ojalá los congresistas con mentalidad y apetitos de contratistas, elegidos casi todos con el apoyo de contratistas, entiendan que por unos puesticos burocráticos o unas promesas de prebendas contractuales no pueden poner en riesgo la salud de tantos millones de compatriotas.
Esto no puede ser una competencia baladí donde el Pacto Histórico impondrá los caprichos odiosos del presidente. Esta debe ser una decisión trascendental porque donde la cometan nos pondrá a todos al otro lado contra quienes nos la causen.
