EN 10 AÑOS NO VAMOS A TENER QUIÉN SIEMBRE COMIDA EN ANTIOQUIA.

Columnistas
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Por: Carlos José Ríos Correa

Las consecuencias serán lamentables, aún estamos a tiempo de poner nuestra mirada en el campo, y también nuestros esfuerzos para generar unos nuevos escenarios que permitan cerrar la brecha y de esta forma volver atractivo vivir en el campo  

#VidaDignaEnElCampo es un mensaje que hemos llevado por muchos años en nuestro día a día, tanto en el ejercicio de lo político como en nuestro discurrir ciudadano, nuestro origen campesino nos ha permitido conocer las realidades de los territorios y es por ello  que  hemos sentido un gran temor que se asoma en las poblaciones más jóvenes del Departamento de Antioquia y en general de Colombia, dicho temor cobija una gran preocupación advertida por diversos organismos, periodistas e influenciadores de la opinión pública, quienes denuncian una migración constante de los jóvenes del campo a la ciudad, dejando en abandono a la ruralidad sin la posibilidad de lograr un relevo generacional que nos permita consolidar una soberanía alimentaria en nuestros territorios.

En este sentido, por nuestra iniciativa Durante la sesión plenaria del 14 de junio del año 2022 en la Asamblea Departamental de Antioquia se llevó a cabo un debate de control político para hacer seguimiento a  la Ordenanza N°33 del 2019 “Por medio la cual establece la política pública de jóvenes rurales del departamento de Antioquia”, Ordenanza, que años anteriores defendimos ante la ausencia de instrumentos políticos para la gestión y tecnificación del campo.

Es importante  advertir que el actual Secretario de Agricultura, del Departamento de Antioquia Dr. Rodolfo Correa, públicamente expresó que “La edad promedio de los campesinos de Antioquia es de 57 años”  demostrando el envejecimiento de la mano de obra campesina, quien además de enfrentarse a 50 años de conflicto armado tuvo que ser testigo de decisiones económicas y políticas como el agotamiento del modelo de sustitución de importaciones instaurado durante la guerra fría, modelo que promovió procesos de industrialización generando migraciones  del campo a las ciudades que no estaban preparadas para el crecimiento poblacional de comunidades afectadas y empobrecidas históricamente, esto lo demuestra el  DANE, que estipula que para  el año 2000 el 50% de la población que migraba decidía hacerlo hacia las capitales regionales desbordando el empleo, la pobreza e invasiones ilegales.

Otra de las afirmaciones que concluimos y compartimos con el Dr. Correa es que en 10 años no vamos a tener quién siembre comida en Antioquia, pues según cifras de la secretaría de agricultura el 22% de los jóvenes de Colombia están en la ruralidad y el 24% de los que están en la ruralidad trabajan sin remuneración sin dejar de lado que el  90% de las mujeres rurales trabajan sin remuneración.

Así el cataclismo político al cual nos enfrentamos es la inminente crisis del relevo generacional en el campo, ante esto las respuestas dadas invitan a la aplicación efectiva de la política pública de los jóvenes rurales que permitan el retorno al campo, políticas decididas de fomento agropecuario, alianzas comerciales que garanticen una comercialización de los productos agrícolas a precios justos, sin dejar de lado la tecnificación, profesionalización y empoderamiento de los habitantes del campo Antioqueño.

Por ello, no solo basta un diagnóstico de la situación a la cual nos enfrentamos, también es importante que nosotros desde las ciudades comprendamos la importancia del campo, no solo para la economía, sino para nuestra propia subsistencia. En el fondo es dejar de pensar el campo como un lugar de estancamiento, de miseria y del cual hay que salir para cumplir nuestros sueños.

Cambiar nuestra mirada frente a lo rural es la posibilidad de elegir gobernantes que entiendan que sin el campo no hay futuro y que tener una vida digna en él, es la deuda que tenemos con todos los campesinos que a través de sus Buenas Prácticas trabajan por el desarrollo de Antioquia y sus habitantes.

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