¿El robo perfecto? Así estafaron a un hombre por más de 60 millones de pesos

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A un hombre en Bogotá le robaron 60 millones de su tarjeta de crédito, sin ningún tipo de armas ni amenazas. Conozca el insólito caso y tome precauciones.

Uno de los grandes temores de muchos ciudadanos tiene que ver con experimentar algún tipo de robo que ponga en peligro, no solo las pertenencias, sino la vida misma. Sin embargo, cada vez es más común que los criminales utilicen formas distintas a la coacción para robar a sus víctimas.

Este es el caso de Guillermo Pulido, un ingeniero que recientemente fue víctima de robo en su propia casa a las afueras de Bogotá, pero sin sufrir un solo rasguño y sin la necesidad de ser amenazado.

Todo comenzó en el mes de noviembre de 2021, cuando un supuesto agente bancario, de nombre Felipe Rangel, se contactó directamente con Guillermo para ofrecerle el beneficio de eximir el pago de la cuota de manejo de su tarjeta de crédito emitida por el Banco Davivienda.

A Guillermo no le pareció extraña la llamada, ya que el supuesto agente tenía datos concretos de sus movimientos crediticios y su vida personal. Además, señala la víctima, en diálogo con KienyKe.com, que como titular de la tarjeta de crédito es usual el ofrecimiento de este tipo de beneficios.

“El tipo me dijo que tenía que dejar en mi domicilio un plástico nuevo para aplicar a esta nueva excepción y para eso enviaría una asesora del banco”, relató.

Incluso, llamó al banco para corroborar que efectivamente realizaban este tipo de campañas desde el domicilio de los beneficiarios, y no dudaron en responderle afirmativamente. Es así como el 16 de diciembre de 2021 recibe en su casa a una mujer que se hizo pasar por asesora de Davivienda, quien además vestía chaleco y credenciales del banco.

“La hice seguir a mi casa, luego me sacó una bolsa sellada, me prestó una tijera para que yo la abriera y sacar de adentro una tarjeta que venía del banco con mi nombre, y me hizo firmar unos términos y condiciones”, explicó.

En ese preciso instante, Guillermo recibe la llamada de Felipe Rangel, el supuesto asesor que lo había contactado en primera instancia, y le indica una serie de códigos de activación de la nueva tarjeta que le sería entregada.

“En ese momento, la señora me dice que la tarjeta antigua hay que destruirla, entonces sacó mi tarjeta y ella procede a cortarla con tijeras, me muestra los pedacitos, los echa en la misma bolsa en la que traía la tarjeta nueva, me deja la bolsa ahí a un lado, se despide y se va”, dijo.

Justamente, en ese mismo día Guillermo tenía agendada la segunda dosis de la vacuna contra el covid-19, por lo que de inmediato, después de recibir el nuevo plástico de su tarjeta, salió de su casa y se demoró alrededor de tres horas hasta volver.

Al tiempo que ingresa a su casa, luego de vacunarse, recibe decenas de correos electrónicos notificando compras con su tarjeta de crédito. Intentó llamar al banco de inmediato, pero no pudo porque su celular no funcionaba en ese momento, no salían llamadas y tampoco tenía señal.

En ese instante cayó en cuenta de lo que le había sucedido horas antes, revisó la tarjeta que había destruido la mujer ante sus ojos, la cual era supuestamente la que él usaba anteriormente, y observó que no tenía su nombre, sino el de otra persona.

Luego de comunicarse con el banco para realizar la denuncia, acude a las oficinas de su operador telefónico para pedir una explicación por lo sucedido con su celular.

“En Claro me confirman que más o menos a las 11 de la mañana llamaron a reportarlo como robado o perdido, y que para hacerlo habían aprobado el filtro de preguntas de seguridad luego de tres intentos”, aseguró.

Los criminales lograron bloquear el celular de Guillermo Pulido para evitar la confirmación, por parte del banco Davivienda, de las compras que realizaron a su nombre, con su tarjeta de crédito. Cuando los bancos identifican movimientos inusuales con las tarjetas de crédito de sus clientes, llaman o informan vía mensaje texto a los titulares para confirmar las compras realizadas, este filtro de seguridad lo practican todos los bancos.

Es por eso que Guillermo se pregunta, quién confirmó dichas compras si el celular estaba bloqueado y tampoco estaba al tanto de los correos electrónicos.

“A mí en ocasiones anteriores hasta me han bloqueado por tres millones de pesos o menos que he comprado, hasta que no se contactan conmigo o yo respondo. En este caso estos señores pudieron comprar, en la primera transacción, 10 millones sin que yo confirmara la compra”, apuntó.

“De ahí en adelante dejaron hacer transacciones desde el banco, sin bloquear y sin mi confirmación por una cantidad de hasta de 63 millones de pesos que fue el acumulado total”, agregó.

Los ladrones hicieron transacciones de millones de pesos cada 15 minutos, en dos horas lograron utilizar todo el cupo de la tarjeta de Guillermo sin bloqueo alguno por parte del Banco Davivienda.

De la misma manera, la víctima se cuestiona cómo los ladrones tenían tanta información suya y si hubo alguna filtración de información dentro de la entidad bancaria.

A pesar de que inicialmente el banco no se responsabilizó de lo sucedido, dos meses después, luego de contratar un abogado y colocar una demanda ante la Superintendencia , la entidad bancaria aceptó su solicitud y lo eximió de la obligación de pagar las cuotas de las compras realizadas a su nombre, las cuales comenzaron a llegar de manera puntual a través de los extractos días después de haber sido víctima.

En medio de las reclamaciones y denuncias, se encontró con otras personas de distintas partes del país, quienes también habrían sido víctimas de la misma banda.

Sin duda que los criminales han ingeniado los mejores métodos para reinventar los actos delictivos, de tal manera que no sea necesaria la coacción, sino más bien que logren su cometido a costa de la voluntad de sus propias víctimas.

A pesar de que Guillermo se salvó del pago de esta millonaria estafa, luego de tener que enfrentar una lucha jurídica, en él persisten dudas y miedos por los datos sensibles que recolectaron los criminales. Sigue sin entender cómo fue posible que los estafadores obtuvieran tantos datos específicos sobre sus movimientos y hasta sus bienes, incluso entraron a su casa y tenían también la dirección del domicilio de su madre, dato registrado únicamente en la sede bancaria. 

Por ahora son más las dudas que las certezas y más los miedos que la confianza, aunque el valor de la deuda millonaria esté saldado.

Fuente: Kienyke.com

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