El nuevo Congreso

Columnistas
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Lo que los colombianos quieren del nuevo Congreso y seguramente alguno de sus integrantes también, es que éste sea como lo reza la Constitución Política, autónomo e independiente y en una relación armónica con las otras ramas del poder público. Bajo esa premisa desarrollar sus competencias fundamentales como son, la de producir leyes y ejercer control político. Pero también los compatriotas aspiran que sea un aliado del gobierno del presidente Petro para sacar adelante las reformas aplazadas, y que esté en esa onda de cambio y de recuperación institucional, en donde haya un compromiso superior dirigido en la lucha frontal contra la pobreza, la desigualdad y la corrupción.

Si bien es cierto, hay una bancada incluyente, diversa, de recambio como la del Pacto Histórico que creció significativamente, no es mayoría dentro del 100 por ciento de los integrantes del Congreso. Y también es claro que para formar mayorías en el Congreso es fácil, lo han logrado los gobiernos de turno, y quedó demostrado ahora con el llamado del Presidente electo a partidos tradicionales. La pregunta del millón es sí realmente los congresistas ¿van desinteresadamente a apoyar las reformas que propone el gobierno de Petro? Porque la costumbre es que se lograban las mayorías y funcionaban como un reloj, pero con ‘mermelada’ de por medio. ¿Funcionarán ahora simplemente con el compromiso grande de país?

El reto del nuevo congreso es grande con los colombianos y con la historia. El de autorreformarse y de liderar las grandes reformas aplazadas como los son: La reforma política, electoral, pensional, de salud, tributaria, agraria, entre otras. De lograrse, esto ayudaría a devolverle la confianza a los colombianos.

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La historia del Congreso de Colombia no solamente está ligada a etapas de crisis, de desprestigio o de escándalo, también ha sido un espacio de modernización del Estado Colombiano y actor de primera línea de las grandes transformaciones nacionales, como las que se dieron con las reformas liberales de mediados del siglo XIX, acordes con los balances económicos, sociales y culturales del país. Y los desarrollos constitucionales importantes de las Carta Política de 1991, la de la tutela, la de la autonomía del Banco de la República, la de la Corte Constitucional, la de los derechos que hoy todos defendemos.

Quiera Dios por el bien del congreso y de nuestros compatriotas que en esta etapa de crisis y de oportunidades el Congreso la aproveche de la mejor manera para reivindicarse, y cumplir su papel a cabalidad de ser un órgano autónomo e independiente pero comprometido con los altos intereses patrios. Es el momento de cambio y de las grandes reformas por el legislativo de Colombia dentro del marco de un Estado Social de Derecho.

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