El Ejemplo de los «Monteros»

Columnistas
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Por: Federico Senior

Más que asombrado, orgulloso y sufriendo envidia de la buena, me siento al ver como éste inmenso grupo de personas, no se dejaron manosear de las estupideces de la Alcalde Mayor de Bogotá, hicieron valer sus derechos, los inalienables, los que por ningún motivo pueden ser sujetos de negociación, no se dejaron y doblegaron a la latosa Claudia.

Bien hecho; por los que andan en moto, antes que repudio, siento admiración, se tienen que bandear en el medio de un infernal tráfico, caracterizado por ser sino el peor, si uno de los más caóticos del mundo, en el medio de grandes camiones y buses que hacen valer su capricho a base de cornetazos y de sonoros frenazos, que espantan hasta a Drácula; deben de igual manera esquivar a los automovilistas, quienes los odian, los amenazan, les “echan” encima sus grandes autos, conducidos por esos caballeros que miden su virilidad por el tamaño de sus camionetotas, de Señoras antipáticas, creídas y pésimas conductoras, que de igual manera detestan a la “chusma” de las motos, y para peor de los males, deben soportar la zigzagueante amenaza de los ciclistas, esos que son los preferidos de la administración distrital, a esos que les ceden casi que la mitad de los carriles de las muy escasas vías de la ciudad, dizque para favorecer el transporte sustentable.

Son las motos para la mayoría, una peste, algo insoportable, juzgan fácil a esa inmensa cantidad de personas que deben usar este medio de transporte, porque no tienen alternativa, no se embarcan en la porquería de los buses de Trans milenio, sucios, peligrosos, ruidosos, contaminantes, con estaciones en estado calamitoso, de difícil acceso, buses repletos de vendedores, ladrones, manoseadores, tránsfugas, de horarios incumplidos, escenario de crímenes  a diario y por decenas, no quieren que sus familias, esposas e hijos usen este desastroso medio que solo sirvió para aumentar el patrimonio del par que ya sabemos, no tienen opción digo, porque no les alcanza la plata para comprar carro, optan entonces por los biciclos motorizados, arriesgan su vida a cada instante, lo hacen porque quieren y tienen que trabajar, llevar a los niños al colegio, a la esposa, novia o amante al trabajo, porque hacen todas las “vueltas” en sus incómodos aparatos, y por las noches cuando llegan a descansar, bien saben que ese simple hecho, el de volver al hogar, es casi que un milagro.

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De paso, viene encima esta chocante vesánica, obsesionada por demostrar su poder, a base de decretos en los que se prohíbe de todo, lo humano y lo divino, bien hace esta Señora uso, del más extendido método de gobierno, del que se valen los mandatarios mediocres: la prohibición, paradigma del método de los estúpidos, esto de limitar, vedar, impedir, cualquier cosa o acto, es el mejor de los recursos para ellos, tiene un doble y muy benéfico efecto (para ellos), el primero, que con el hecho de prohibir su ego se infla, eso les produce un placer orgásmico, es la manera de demostrarse a sí mismo, que son poderosos, el segundo efecto, es el erróneo sentimiento de estar haciendo las cosas bien, de atinar con sus decisiones a la solución de los problemas, lo peor es que están convencidos de eso, se lo creen en el más mitómano de los sentidos, su absoluta incapacidad mental, les impide pensar, discernir, buscar, investigar, nada, de simple manera si hay un problema, lo solucionan prohibiendo, y listo, Que hay muchos carros, pues que guarden la mitad de ellos y sino “venda su carro hermano”, que hay atracos que se perpetran usando las motos, (como si fuera la única manera como se cometen delitos en la ciudad, cuando los ciclistas son los campeones en ello) entonces, prohibamos, algo, que no haya parrilleros, que no se monten los jueves o después de diez o de once, eso no importa, nadie hace estudios al respecto, solo redactan las ordenes a como les sale de los cojones (o de los pezones en este caso), y no piensan, no miden, nada, cuantas personas se perjudican, como se altera la logística en cada hogar, eso no importa, lo importante es prohibir, y que la señora se masturbe contemplando las iras de los “moteros” a causa de sus brillantes decisiones.

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Envidia me da repito, porque nosotros los que tenemos nuestro carro, los que lo necesitamos para trabajar, no pertenecemos a grupo alguno, somos egoístas de manera extrema, vamos encerrados en nuestros checheritos oyendo la Luciérnaga, renegando de los “moteros”, de los ciclistas, de las pocas vías que quedan, hablando por el celular y, nos dejamos coger el culo, nos dejamos manosear, nos impiden usar nuestros vehículos más de la tercera parte del año, y nadie reniega, nadie protesta, nadie dice nada, los que tienen recursos, se compran el híbrido y resuelto el tema, los que tiene un poco menos, pagan la tarifa por usar el carro todos los días, y los que no tenemos el cómo, de simple manera nos jodemos, tenemos que soportar el abusivo incremento de las tarifas de las plataformas, los precios de las carreras de taxis, del día en que empezó el pico y placa todo el día, a hoy, han aumentado más del 100%, y nadie dice nada.

Ejemplo que deberíamos tomar de los “moteros”, deberíamos hacer valer nuestros derechos, no tenemos la culpa de que los alcaldes de la ciudad no hayan pensado en su progreso, no tenemos la culpa de que ellos no hayan decidido pensar en las soluciones viales tan necesarias en una urbe de 500 kilómetros cuadrados y diez millones de habitantes, no tenemos la culpa de que estos mandatarios (no se sabe cual ha sido peor), hayan resuelto optar como los fluidos por la línea de la menor resistencia, simple: prohibir.

Deberíamos los propietarios de carro, protestar, reunirnos, hacer sentir nuestra voz de desacuerdo, hacerlo como lo hicieron los de las motos, de manera pacífica, sin atropellos, sin violencia, sin enfrentamientos con el ESMAD, deberíamos hacer lo mismo, protestar a ver si esta Señora, dueña de la más rutilante de las incapacidades de gobernar de la que se tenga historia, nos escuche y retome el pico y placa anterior y que nos permita trabajar, que ya bien duro la tenemos, como para que nos obliguen a montar en bus, bicicleta o a dejarnos robar de los de Cabify o Taxis Libres.

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