Columnistas
¡De mi madre te cuento!

Por: Santiago Jaramillo Botero
Martha Lucía Botero Jaramillo, la alegría siempre viva nació un 14 de enero en Abejorral, Antioquia. Hermana de Consuelo, Luz Amparo, Jorge Mario, Rodrigo, Luis Guillermo y Jaime Alberto, esta mujer llegó al mundo a ser feliz.
De mi madre te cuento que siempre he recibido palabras de aliento en las tamañas tempestades que he vivido. A ella le dije una mañana en pleno recinto del cabildo medellinense, que “estuviera tranquila” por que mañana iba a ser portada del Q’Hubo por esto o por aquello y dicho y hecho, ha sufrido cada batacazo de su hijo y siempre la palabra de aliento en cada momento.
Te cuento que Consuelo es la mujer mayor y es madre de la médica Manuela Gamboa Botero, orgullo de la casa, fue quien me sugirió que montara mi propio relato político, un partido que gestara y se proyectara en el tiempo a nivel nacional. ¡Ese día le dije que era una locura, que ni riesgos! Sin embargo al mes lo plasmé como diminutivo de mi eslogan de cabildante, eran las iniciales de mi frase y la sinonimia de unión de voluntades, había nacido mi idea y proyecto de vida profesional, el ConSenSo ¡Con Sentido Social!.
Te cuento que su hermana Luz Amparo es la mujer con el corazón más noble del orbe, más bien casada que cualquiera dió con un dadivoso “peor” que ella, Elkin Arteaga es un gran caballero y ambos son los papás de Camilo, el primo políglota que con su español, alemán e inglés, ya se forja un brillante camino profesional.
Algunos de sus hermanos han partido como el viento, pero siguen en mi memoria las enseñanzas de francés del tío Luis Guillermo Botero, el cariño de Jorge Mario y los demás…
Una mujer que se ríe por que sí y por que no, una gran “políglota” que en Disney World me llevó a un restaurante y en su “realismo inglés mágico” preguntó al mesonero: ¿Miter where is the water? A lo que el empleado le llevó un vaso con agua y mi recursiva madre simula estar en posición pis y dice con su ese sublime “Psssssss pssssssss” Lol.
Una intrépida del croché, si le decía que me hiciera una colcha para el carro la hacía, una dama que siempre ha estado presente para mí.
Te cuento que Martha Lucía se casó con Jaime Hernando y fue su único y gran amor, tuvieron dos locos hermosos como hijos, Jaime Andrés y Santiago que hoy siguen siendo los mejores amigos.
Una cantante del alma que en las grandes parrandas cantaba y parlaba a la lata, una mujer que siempre me ha visto como su bebé y yo feliz, por que le saco el jugo sin dudas.
Martha Lucía Botero Jaramillo es una magnificente abuela, Pablo y Salomé el fruto de su hijo mayor y Susana con Jacobo los retoños de Santico, son todos sus nietos muy amados y contemplados.
De mi madre te cuento que está más vital que nunca, que es espectacular como la inmensa mayoría de mamás a nivel mundial, que hoy muchos celebramos la fantástica virtud de la mujer en general al ser la gestante vital, la primera deidad femenina fue.
¡Feliz día martucha, te amo mucho y feliz día a todas las madres del orbe y de las estrellas!.
Columnistas
Más encartado que gallina criando patos – Crónicas de Gardeazábal

Por: Gustavo Álvarez Gardeazábal
Al presidente de la nación no solo los cafeteros le metieron (según sus palabras) los dedos en la boca, sino que otros le pueden haber estado metiendo más cosas en los meses que lleva sin que se hubiese dado cuenta.
Hoy día, después de la crisis sin nombre generada por Laura y Benedetti, (y que no sabemos donde terminará), no solo tiene que encontrarles reemplazo para asumir las funciones que les encomendó, sino que tiene que inventarse alguna fórmula para recuperar la credibilidad ciudadana, vuelta trizas después del mal manejo político, la pésima conducción administrativa y el desconcertante disfraz personal conque que afronta la marcha del estado.
Casi todo lo que ha ido pasando, es generado por sus equivocaciones o sus protuberantes ignorancias. Si no hubiese cometido el error de haberle otorgado funciones superministeriales a una jovencita falta de mundo a quien nunca nombró ministra. Si no hubiese confiado tanto en Armando Benedetti aún después del incidente nunca dilucidado de los petrovideos de la campaña.
Si hubiese investigado un poquito más en quienes integraban la terna para gerente de los cafeteros, y hubiese descubierto a tiempo que José Antonio Ocampo tenía los dados marcados para forzar la elección de Bahamón, el uribista procesado por la Contraloría de Bogotá, la inminente crisis entre la Federación y el Gobierno no estuviera hoy llenando el cielo campesino de nubarrones. De la misma manera si hubiese identificado que la ministra Irene es la sacerdotisa sectaria de la religión hildebránica, que nos quiere sacrificar cual catecúmenos en las catacumbas ambientalistas. Si supiera para qué lado juega Danilo Rueda, el Comisionado de Paz.
En fin, si supiera administrar el estado en todo el sentido de la palabra y no solo repetir su fracaso como alcalde de Bogotá, no estaría tan encartado como una gallina criando patos, o como dijo el politólogo Eduardo Llano “cerca de quedarse parado en una baldosa sin poder moverse”.
Aldrin Garcia Balvin
La victoria de los políticos decentes: una nueva era en la política electoral

Por: Aldrin García Balvin
Como estratega político, me encuentro en desacuerdo con la premisa de que los candidatos que no apelan a la mentira y a la infamia están destinados a perder en las elecciones. Al contrario, considero que ha llegado el tiempo de los políticos decentes, aquellos que no necesitan destrozar al otro para ganar réditos electorales. Estamos presenciando un cambio positivo en la política, donde la integridad y la honestidad se valoran más que nunca.
Durante demasiado tiempo, hemos sido testigos de una competencia electoral caracterizada por ataques personales, difamaciones y manipulaciones de la verdad. Parecía que la estrategia para triunfar en las elecciones se basaba en destruir al oponente a cualquier costo. Sin embargo, esto ha llevado a una erosión de la confianza ciudadana en los políticos y en el sistema democrático en su conjunto.
Pero ahora, el panorama está cambiando. Los ciudadanos están cansados de la polarización y la falta de ética en la política. Están buscando líderes que sean capaces de ofrecer propuestas sólidas y soluciones reales a los problemas que enfrentamos como sociedad. Los políticos decentes, aquellos que basan su campaña en la integridad y la transparencia, están ganando terreno y generando confianza en los votantes.
Esto no significa que los políticos decentes sean débiles o ingenuos. Al contrario, son personas valientes que se atreven a desafiar el statu quo y a liderar con principios. Apelan a la razón, al diálogo constructivo y a la empatía hacia las necesidades de la ciudadanía. Su enfoque se centra en la construcción de consensos y en la búsqueda de soluciones que beneficien a todos, en lugar de en la destrucción del adversario.
Los políticos decentes están demostrando que es posible ganar elecciones sin recurrir a la mentira y a la infamia. Su éxito radica en su autenticidad y en su capacidad para conectar con los ciudadanos de manera genuina. Los votantes valoran la honestidad y la coherencia, y están dispuestos a apoyar a aquellos líderes que encarnan estos valores.
Como estratega político, animo a los candidatos a abandonar las tácticas destructivas y a abrazar una forma de hacer política basada en la decencia y la integridad. Es hora de construir un nuevo paradigma político donde la ética y la responsabilidad sean los pilares fundamentales. Juntos, podemos cambiar el rumbo de la política y recuperar la confianza de los ciudadanos en el sistema democrático.
En conclusión, el triunfo electoral no está reservado para aquellos que apelan a la mentira y a la infamia. Ha llegado el tiempo de los políticos decentes, aquellos que no necesitan destrozar al otro para ganar réditos electorales. Es momento de liderar con integridad, construir puentes y trabajar en beneficio de la sociedad. Juntos, podemos crear un futuro político basado en valores y principios que inspire a las generaciones venideras.
Columnistas
POLÍGRAFO E INTERCEPTACIONES

Por: José Gregorio Hernández
No entro en el campo de las posibles responsabilidades penales en el reciente caso de las denuncias por uso del polígrafo, ni en las denuncias sobre interceptaciones ilegales a comunicaciones, que dieron lugar al retiro de un embajador y de una alta funcionaria de la Casa de Nariño. Serán los jueces quienes resuelvan al respecto, porque, hasta ahora, todo ha sido mediático y nadie tiene claridad sobre lo que en realidad ocurrió.
Pero vale la pena considerar dos asuntos, desde una perspectiva constitucional:
-Sobre el uso del polígrafo o detector de mentiras para establecer si alguien cometió o no un delito, reiteremos que, a diferencia de otros países -en que se considera válido el uso del polígrafo como prueba-, nuestro sistema jurídico no lo considera aceptable como método idóneo para probar algo, menos todavía si en ese instrumento se deposita una confianza tal que de los resultados se haga depender la certeza acerca de la culpabilidad o inocencia de una persona, o su responsabilidad penal.
Respetando el criterio de quienes lo estiman viable, considero que el legislador colombiano acierta al no incluirlo como prueba para desvirtuar la presunción de inocencia en el curso de un proceso penal, ni como demostración irrefutable de lo contrario.
Como lo hemos escrito en otras ocasiones, el detector de mentiras no ofrece ninguna confiabilidad desde el punto de vista probatorio. Nada garantiza, y nada asegura. Si lo que registra -aunque lo haga con precisión- son apenas las reacciones nerviosas o sicofisiológicas al responder a ciertas preguntas, síntomas consistentes en palpitaciones cardiacas más rápidas, aceleración del pulso, mayor intensidad del sudor, presión sanguínea o difícil respiración, no es legítimo -porque no confiere certeza- inferir de esos síntomas la responsabilidad penal, ni deducir que están indisolublemente ligados a la mentira del interrogado, ni tampoco lo es concluir que la ausencia de tales reacciones signifique la veracidad de lo respondido o pruebe la inocencia.
En efecto, a pesar de haber aceptado voluntariamente el sometimiento al polígrafo, la persona puede ser nerviosa o insegura, sin ser necesariamente culpable, y reaccionar con uno o varios de los aludidos síntomas, por el solo hecho de sentirse examinada. Y, al contrario, sabemos que hay personas capaces de fingir y de dominar sus emociones y permanecer impasibles, mintiendo impávidas. Hemos visto en estrados a declarantes de gran capacidad histriónica.
De ninguna manera es posible certificar con certidumbre, fuera de toda duda razonable, que el interrogado suda, le palpita más fuerte el corazón o se le acelera el pulso solamente cuando dice mentiras, ni que está diciendo la verdad cuando no presenta ninguno de esos síntomas.
-Sobre las interceptaciones ilegales, le creemos al presidente de la República -quien fue víctima- cuando dice que su gobierno no las ha ordenado, ni las ordenará. Y que respeta el artículo 15 de la Constitución, sobre el derecho fundamental a la intimidad personal y familiar. Según la norma, “la correspondencia y demás formas de comunicación privada son inviolables. Sólo pueden ser interceptadas o registradas mediante orden judicial, en los casos y con las formalidades que establezca la ley”.
Infortunadamente, desde hace varios años, se viene vulnerando esa garantía y ha habido impunidad.