Por: Jordelio
Todos llevamos una rebeldía guardada desde cuándo niños, la mayoría de nosotros hemos aprendido a controlarla vistiéndola con el traje de la obediencia.
La rebeldía puede ser genética o causada por algún trauma o por algún tren que no pudimos alcanzar.
Hay días cuando amanezco rebelde y al dar un paso, retroceso dos como tratando de enfrentar el tiempo, pero siempre termino perdiendo y entonces me sale la risa que llevo por dentro.
Otro día le di gusto al chocolate y le permití que subiera con la nalga caliente, y lo hizo y como arte de magia, lo vi reír y me tocó humildemente limpiar su gracia y luego, se escondió y a mí me tocó tomar un tinto caliente.
La rebeldía con la cual nacimos no se pierde, pero cada día nos cuesta más manifestarla porque ya no tenemos “berrinche” sino tembladera en las piernas.
Una mañana de “Piedra” no quise desayunar y antes de medio día temblaba de frío, el rostro se puso pálido y al hablar, aprendí Francés y portugués.
