CARLOS “EL GORDO” BENJUMEA

Columnistas
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Por: Federico Senior

De mi familia política, su hermana Ilma era la esposa de mi tío Ignacio Goenaga Diago, por ende, tío de mis primos Patricia y Ricardo.
Tantos recuerdos llegan a mi mente, cuando íbamos a visitar a Doña Amelia y Don Carlos, padres de Carlos en su casona del Barrio San Cristóbal, las atenciones de “La Maye”, como le llamaban a Doña Amelia, las de Amelia hija (q.e.p.d), los juegos con mi prima Patricia, Don Carlos con su inseparable ruana, era una delicia ir allá, está dentro de los bellos recuerdos de mi infancia.

Su hermano Eduardo, a quien Víctor Mallarino le puso el apellido Vidal, para según él no los confundieran con las hermanitas Singer, bella persona, hace muchos años, estuvo de visita en Barranquilla y nos fuimos mi mamá y mis hermanos con Ilma, Nacho y Patricia para la playa, al regresar llegamos a mi casa, en esos días Eduardo era protagonista de la novela Cando, hacía el papel de malo, mi vecina Anita Molina se da cuenta de que semejante personaje estaba en la casa, advirtió a todo el vecindario y se formo un tumulto en el jardín, Anita, en un arrebato de amor a primera vista le decía, “yo te odiaba, pero ahora al verte he quedado perdidamente enamorada de ti”, fue todo un acontecimiento, Eduardo, así como Carlos, como la bella Ilma, todos parte de una hermosa familia, en donde el talento, la simpatía y el calor humano eran el común denominador de sus miembros.

Estábamos de vacaciones mi mamá y mis hermanos en Bogotá, mi tío Nacho nos invitó a presenciar un Capitulo del Yo y Tu, esa inigualable comedia dirigida por Alicia del Carpio, en la que El Gordo, hacía el papel de “Casimiro Abba Capirochipi”, la cosa con la Televisión era a otro precio, los programas se trasmitían en directo, como en el teatro, eran actores de verdad verdad, no había cabida a errores, si los cometían, si se olvidaban del libreto, había un personaje digno de todo elogio, que en plena transmisión hacía toda clase de intentos, usando gestos y haciendo piruetas para que los actores lo recordaran; pues bien, llegamos al Estudio Cinco de Inravisión, en los bajos de la Biblioteca Nacional en la Calle 24 de Bogotá, la emoción me embargaba, el Yo y Tú era el programa más visto en la TV, ese día Carlos me presento a Esthercita, a Don Cándido, al Culebro Casanova, a Alicita, a Saturnina, el capítulo se desarrolló ese día en la Finca de Laguneta de Don Cándido María Lechugo Ortiz y se esposa Estercita, lo que alcance a gozar no tiene nombre, viendo las piruetas del coordinador tratándole de refrescar la memoria a la maestra de la escuela del pueblo, a la que se le olvidó que debía comentar que se había quemado el brazo con aceite caliente, brincaba el hombre como loco con sartén en mano, hasta que la actriz de la que no recuerdo el nombre cayó en cuenta.

Los comerciales de igual manera eran en vivo, eran verdaderos actores, ese fue un día maravilloso, nunca podré olvidarlo y el causante fue mi querido Carlos, “El Gordo”. De paso y para rematar la noche mi tío Nacho, nos invitó a cenar en el Club de la Universidad del Rosario, de donde era egresado, esa noche me mostró la O larga y negra partida, plasmada en una pared del Claustro, dibujada por Francisco José de Caldas, la noche antes de su fusilamiento, esas y miles más fueron las cosas y hechos que mi querido tío Nacho me enseño en la vida.
Carlos, siempre amable, querido, simpático, lo recuerdo el día del matrimonio de mi prima Patricia, de alguna fiesta a la que me invitaron en donde igual conocí a actores y actrices, reuniones en las que Carlos divertía hasta el agotamiento a sus invitados con su chispa inigualable.

Algunos años después, me invitaron a la Casa del Gordo, el mejor Café Concierto de la Ciudad, fue un espectáculo fabuloso, ver al Gordo con traje de Ballet, bailando como si fuera Nureyev, semejante cuerpo girando como una gacela, ese era él; inolvidable noche.

Genial como ninguno, con una capacidad creativa impresionante, su figura fue su impronta, recuerdo que, en una encuesta de finales de los sesenta, Carlos era más popular que el Presidente Lleras, fue una institución, todo un ícono, pionero, líder, maestro y dueño de un corazón tan inmenso, que no le alcanzaba el pecho para albergarlo.
Solo bellos recuerdos tengo de ti querido Carlos, cada encuentro contigo era agradable, irradiabas alegría, ganas de vivir, aparte de la admiración que por ti profesaba, siempre sentí orgullo de ser parte de tu familia política, buen viaje, tu recuerdo será imperecedero y gracias, muchas gracias por haber sido lo que fuiste y lo que serás en nuestras memorias, gracias, muchas gracias por haber existido…. Hasta siempre querido Gordo…. Hasta siempre….

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